Saturday, May 1, 2010

Cátedra Universitaria

Articulo publicado en periodico El Vocero, seccion de "Opinion", el lunes 3 de mayo de 2010.

Cerca de dos años atrás, el periódico Diálogo de la Universidad de Puerto Rico, presentó un artículo donde comparaba las tasas de retención y graduación de diversas instituciones de educación superior. En la misma, y aclarando que no incluye a los colegios técnico vocacionales que sólo ofrecen certificados técnicos y no es necesario tener el cuarto año de escuela superior para entrar, se puede observar que el sistema de la Universidad de Puerto Rico domina ampliamente en ambas variables. En esta comparativa sólo aparecen aquellas instituciones que son acreditadas por el Consejo de Educación Superior y la Middle States.

En aquel artículo se informaba que de las primeras 15 instituciones universitarias, 11 representaban los recintos de la Universidad de Puerto Rico. Recuerdo que el Recinto de Aguadilla quedó en un muy honrado tercer lugar. Recuerdo que muchas personas preguntaban: ¿y las demás instituciones en Puerto Rico dónde quedaban? La contestación: muy rezagados.

Hoy con los eventos que se desarrollan en varios recintos de la UPR. Nos hace pensar que la calidad estudiantil y facultativa del sistema UPR es soberbia. Tomemos como ejemplo las manifestaciones dentro del campus riopiedrense. Los líderes de los cuerpos cuasi militares como la policía y otros se expresaron del estudiantado como “los revoltosos de siempre”. No obstante, las imágenes de la prensa puertorriqueña muestran jóvenes universitarios jugando balompié, jugando con el famoso disco volador, sonrisa en mano, leyendo libros académicos, recitando poesía, realizando actividades teatrales, conciertos educativos y otras.

Contrasta grandemente que, mientras sectores del orden público se les parte la voz cuando son emplazados y/o no les sale la cosa como desean, dan la orden de utilizar los mecanismos de opresión como la macana, el empujón, el grito. Es como si fuese que a quienes no les dejan jugar (en este caso protagonizar) pues me llevo el bate y la bola (en este caso envío la macana y la fuerza).

Para continuar con los ejemplos, que lección magistral (para hacer honor al concepto académico) presentada por el estudiantado de la Facultad de Derecho de la UPR hace merecedor de palabras sabias. No son mis palabras, son las del juez José Negrón Fernández que definió el proceso jurídico presentado por el estudiantado como “cátedra”. Jóvenes que aún no han pasado el examen que llaman reválida. Sin embargo, en la praxis ya la pasaron. La excelente ejecutoria en el proceso demuestra que, “de facto”, ya tienen sus títulos.

Muy desagradable observar, cómo el bufete contratado por la Administración de la Universidad, no ha podido rebatir los argumentos de un grupo de estudiantes. Es más, ya le dieron instrucciones (como se dice en el argot jurídico) a la rectora interina Dra. Ana Guadalupe Quiñones de no emitir comentarios. Como en un caso criminal donde hay que mantener el silencio hasta que se compruebe lo contrario. Entonces, si el caso fue llevado por la administración, ¿por qué el titubeo? ¿Será que están perdiendo el caso? ó ¿acaso los argumentos de a quienes llamaban “revoltosos’ es mucho más racional que el vuestro?

¡Que ejemplo mejor ilustra esta apreciación que el presentado por el grupo “negociador” del estudiantado! Jóvenes de diferentes facultades del recinto de Río Piedras, que estuvieron desde más de una semana, pidiéndole a la administración de la universidad que se sentaran a dialogar y no le hacían caso. Ahora resulta que en la reunión del pasado sábado 24 de abril, el propio comité de la Junta de Síndicos reconoce que la propuesta, de a quienes llamaban “revoltosos”, es una que hay que “considerar verdaderamente y evaluarla en sus méritos”.

Mientras eso ocurre en el tribunal, la administración y junta, el estudiantado en el campus lleva a cabo asambleas para explicar cómo se está llevando el proceso y las acciones a tomar. El presidente del Consejo de Estudiantes Gabriel Laborde asiste a todas las entrevistas radiales, televisivas y escritas a explicar los argumentos. La organización observada demuestra que no se trata de “revoltosos”. Es una generación estudiantil que ha aprendido de los errores del pasado. Estudió a cabalidad todos los eventos de su historia y no están en la posición de cometer los mismos errores.

Nos parece que la nota discordante es la que se observa en el estudiantado de otros recintos del sistema. En estos los intereses ajenos a la universidad se materializan. Partidos políticos, egocentrismo y etnocentrismo manipulan los verdaderos intereses universitarios. Mientras el Juez Negrón, el Comité de la Junta de Síndicos y el comportamiento del estudiantado apoderándose del campus riopiedrense demuestran la capacidad de innovar, crear, presentar soluciones y alternativas para salvar la universidad del Estado, en otros recintos su estudiantado espera porque otros y otras les resuelvan. Es como decía la letra de una canción: “que me echen la comida en la boquita y después que me la echen, que me muevan la quijá”.

De la misma forma que el estudiantado gallito-jerezana, toritos-terneras, búhos-búhas, leones-leonas, gigantes-gigantas y tarzanes-juanas han puesto en evidencia la calidad de su enseñanza-aprendizaje en los foros donde hay que demostrarlos; por otro lado están quienes suplican por puntos extra, trabajitos de último minuto del semestre para tratar de salir del hueco.

Una nota interesante sería que después de estas manifestaciones en estos recintos, sean más los que observen que no sólo es aplicar el conocimiento y llevarlo a la práctica. Primero hay que aprender la teoría, filosofía e historia de lo aprendido. Eso hace una universidad.

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