Monday, July 22, 2013

La continuidad de una visión sobre la Universidad

            El inicio del curso escolar universitario motiva reflexionar sobre su trasfondo histórico social. A modo de ejemplo utilizaremos las expresiones de Enrique A. Laguerre quien, en la vía académica como estudiante primero y luego docente, presentó varias críticas para mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje.   
            En 1941 Laguerre publicó dos ensayos dirigidos a la situación de la Universidad de Puerto Rico de su época. El primero de ellos fue titulado "Problemas universitarios: la Universidad y el Estudiantado"[1] y el segundo “Problemas universitarios: la Universidad y el profesorado”[2].  Analizaremos los mismos partiendo del orden cronológico.
            El primero de ellos tiene mucho simbolismo desde su título. Se observa que la institución universitaria lleva el mismo peso que el estudiantado. Obsérvese que ambas palabras llevan letra mayúscula. No creemos que sea un error tipográfico y menos de un literato de tanto renombre ya para el 1941. La realidad es que el autor le prestó mucha atención a personalidad única llamada  estudiantado. No obstante, no trabajamos con los simbolismos ni la hermenéutica de los ensayos. Por ello, llevamos el análisis directo al asunto.
            Inicia Laguerre describiendo y explicando la razón de ser de la Universidad.[3] Para el autor “la Universidad, repetimos, no es una industria de letras ni de títulos, sino una institución dedicada a convertir la juventud en hombres y mujeres que puedan ser de utilidad al país. Toda la Universidad debe girar en torno a los estudiantes. Toda la Universidad debe entrar en los estudiantes. Los planes, el profesorado, la planta física, todo debe ser hecho, para beneficiar al estudiantado.”[4]  
            El problema presentado por Laguerre va dirigido a la poca atención que brindan las estructuras universitarias a los estudiantes “frescos”[5] que provienen de pueblos distantes de la isla. Aún en nuestros días este pensamiento laguerreano es vital en los retos de inicios del siglo XXI porque, según datos censales, existe muy poca cantidad de estudiantes que entran a estudios universitarios y a la falta de profesionales en los tipos de trabajo.
            Laguerre mencionó que gran parte del estudiantado proviene de familias con mentalidad paternalista. Coincidimos con el novelista en que no se puede dejar al estudiante en esa posición, por el contrario hay que llevarlos hasta alcanzar el máximo de su conocimiento. Ante ello el reto de la Universidad en proveer los recursos necesarios para orientar y guiar la población estudiantil que termine sus estudios y se una fuerza trabajadora capacitada para enfrentar el mundo laboral. Tal vez una de las razones que muchos y muchas desean obviar es que un país productivo tiene que tener una fuerza laboral verdaderamente preparada.
            Laguerre escribió que “lo material necesita mejora, no hay duda, pero la universidad no debe quedarse ahí. La Universidad no es un vivario donde se exhiban especímenes de hombres y mujeres que distraigan los visitantes.”[6]
            En el segundo artículo de 1941 titulado “Problemas universitarios: la Universidad y el profesorado” continuó con sus expresiones sobre lo que debe ser la Universidad. En ese espacio trató sobre el segundo grupo universitario de mayor atención: la facultad. Principalmente expuso que la “Universidad tiene maestros que bien podrían honrar cualquier universidad del mundo”[7].  Hacemos mención de la distinción del concepto profesorado que lo escribe en letras minúsculas como una crítica a aquellos que “no responden a su misión de educadores”.[8]
            Según el literato muchas y muchos de los maestros universitarios han llegado sin el compromiso para construir y fortalecer al estudiantado. Tal vez esta crítica podría continuar hoy día en la segunda década del siglo XXI. Expresó Laguerre que ha sido “el favor político, el nombre de familia, el allegamiento al jefe” algunas razones para que lleguen a la Universidad personas que carecen de méritos suficientes para estar en la cátedra. Entiende que en ocasiones  algunas y algunos “profesores más alertas se han visto obligado a irse;  a otros se les atado las manos y otros han tenido que alzarse de hombros.”[9]    Para mejorar las condiciones sociales de la isla de Puerto Rico hay que preparar personas que respondan a las necesidades del país. Para ello “un claustro idóneo es, sin duda, la más firme garantía en el aseguramiento de una buena cosecha.”[10]
            Sobre ello Pablo Navarro Rivera describió que desde los orígenes de la Universidad de Puerto Rico se ha planteado el control ideológico partidista sobre la misma. Navarro indicó que la dirección universitaria estaba muy influida por el poder político de Luis Muñoz Marín y sus acercamientos al gobierno estadounidense.[11] Estos pensamientos llevan a pensar cuán necesaria es que la universidad sea administrada por académicos.
            Regresando al periodo histórico de la década del 40 y ante las atinadas críticas laguerreanas, años más tarde el Prof. Jaime Benítez pasó a ser rector de la Universidad. Fue bajo la administración de Benítez que comenzó toda una reforma universitaria buscando la capacitación académica y profesional de todos los sectores sociales, incluyendo los sectores más pobres. Se crearon programas de estudio en diferentes áreas de estudios, muy a tono con las ideas del literato. Lo planteado por Laguerre sería la realidad de lo que estaba ocurriendo en la Universidad y su “Estudiantado”.
            En 1945 Laguerre continuó con su saga sobre la educación. Esta vez lo hizo a través del ensayo titulado “La enseñanza de la Lengua".[12] Consideraba importante el aprendizaje correcto del castellano para poder aprender otros idiomas. Los niños no se estaban educando correctamente pues desconocía el idioma. Laguerre entendía que la práctica en Puerto Rico de imponer el inglés como instrumento base de enseñanza era un problema. Lo resumía diciendo “el problema del inglés”. Coincidimos en parte con estas críticas. El aprender otros idiomas a la lengua nativa, es necesario y forma parte del adiestramiento social, económico y laboral. No obstante, debe ser voluntario y verdaderamente conociendo primero el suyo.
            Cuando se focaliza la enseñanza de un idioma particular y relegando el diario, se hace mucho daño al progreso social. Esta situación la evidenció la Dra. Aida Negrón de Montilla sobre lo que fue la imposición del idioma inglés como medio educativo. Esta situación la experimentó Laguerre como maestro de escuela rural. El sistema insatisfacía las necesidades del estudiantado primario en las escuelas porque representaba otros intereses no académicos. Sobre ello Laguerre comentó que “ahora bien, la enseñanza del vernáculo en países donde existe la intervención activa de otros idiomas, las responsabilidades resultan más apremiantes. Sobre todo en un país como Puerto Rico, en donde, a pesar de su indiscutible homogeneidad lingüística, por cuestiones particularmente políticas, se trata de enseñar un idioma extranjero”.[13]
            En el escrito de Laguerre se presentan dos trabajos que no deben pasar por desapercibidos por la historia. El primero es el libro titulado La política de lingüística-escolar en Puerto Rico de  Pedro Angel Cebollero.[14] Resalta el literato que Cebollero le otorgó demasiado crédito al aspecto político. No obstante, es una crítica gentil dentro del análisis del libro. De hecho, entendió Laguerre que “el trabajo del Dr. Cebollero que podría ser…una buena aportación, más documental que experimental, al estudio del problema…”. En otras palabras no le quitó todo el crédito.     
            El segundo trabajo discutido por Laguerre es de la Dra. Antonia Saez.[15] Sobre éste le presta más atención y concluye que es mucho mejor al momento de analizar la situación de la enseñanza del idioma en la escuela. Entendía Laguerre que el libro inspira los maestros. Esto, a su vez, logra que los niños se desarrollen en su lengua dentro de los medios naturales de su convivencia diaria, entre otros aspectos. Recordemos que la Universidad se nutre de de estudiantes que provienen en su mayoría de escuelas del sistema público puertorriqueño.    
            Los problemas de la educación estuvieron dentro del pensamiento laguerreano. Por ello en 1946 publica su artículo “Problemas educativos: el balance antes de la bancarrota”.[16] Este se basa en un análisis de lo que ha sido el modelo educativo impuesto en Puerto Rico por el gobierno insular estadounidense. En términos generales presentó las realidades de lo que ha traído el sistema: 

            “…entre otras realidades, las siguientes:

            1ª. Que del ciento por ciento de la población, de 10 años
                  en adelante, 32 por ciento no ha ido a nunca a la escuela;
                  es decir, 68 por ciento de la población se considera
                              analfabeta. Ahora bien, de los entran a la escuela sólo
                              45 por ciento llegan a 4to. grado. Luego, el número de
                              analfabetos “naturales” y funcionales es más del doble
                              de los que las figuras del censo admiten. Resumen: que
                              alrededor del 64 por ciento de la población puede
                              considerarse analfabeta.

                        2ª. Que alrededor del 50 por ciento de los niños de edad
                              escolar está fuera de las aulas.

                        3ª. Que sólo el 2 por ciento de la población escolar que
                             ingresa en primer grado llega a la universidad y poco
                             menos del uno por ciento termina sus estudios en esta
                             institución.”[17]

            En las pasadas páginas hemos presentado evidencia de diversos ensayos periodísticos escritos por Enrique Laguerre sobre el tema de la educación en los diversos niveles académicos. Sus observaciones han tomado como base sus experiencias y observaciones del sistema educativo público primario, secundario y universitario. Al finalizar este análisis creemos que la visión laguerreana sobre la universidad y la educación continúa siendo la visión de muchos y muchas en pleno siglo XXI.



[1] Enrique Laguerre, "Problemas universitarios: la Universidad y el Estudiantado",  El Mundo, 23 de febrero de 1941, p. 4.
[2] Enrique Laguerre, "Problemas universitarios: la Universidad y el profesorado",  El Mundo, 22 de marzo de 1941, p.16.
[3] Hay que señalar que la Universidad a la que se refiere Laguerre es la Universidad de Puerto Rico y su Recinto en Río Piedras.
[4] Enrique Laguerre, op. cit..
[5] Entiéndase estudiantes de nuevo ingreso.
[6] Enrique Laguerre, op. cit..
[7] Enrique Laguerre. "Problemas universitarios: la Universidad y el profesorado",  El Mundo, 22 de marzo de 1941, p.16.
[8] Ibid.
[9] Ibid.
[10] Ibid.
[11] Pablo Navarro Rivera, Universidad de Puerto Rico; De control político a crisis permanente, 1903-1952, (Río Piedras; Ediciones Huracán, 2000).
[12] Enrique Laguerre. "La enseñanza de la Lengua", El Mundo, 29 de abril de 1945, págs. 12-13.
[13] Ibid.
[14] P.A. Cebollero, La Política Lingüística Escolar de Puerto Rico, (San Juan, Puerto Rico, 1945).
[15] Antonia Saez, Las artes del lenguaje en la escuela elemental, (San Juan: Imprenta Venezuela, 1944).
[16] Enrique Laguerre. "Problemas educativos: el balance antes de la bancarrota", El Mundo, 27 de enero
de1946, p. 14.
[17] Ibid.