Tuesday, December 4, 2018

Apatía, ¿causa o consecuencia?


Publicado en Diálogo el martes 4 de diciembre de 2018 y disponible en su versión digital original en https://dialogoupr.com/apatia-causa-o-consecuencia/


La apatía suele definirse como desgano, indiferencia, desinterés y hasta la falta de fuerza que decidimos los humanos con respecto a algún asunto particular.

Aunque existan estímulos, las personas tienden a no sentirse atraídos por estos, según la psicología. Por otro lado, de acuerdo con la sociología, también hay factores sociales que provocan la indiferencia.

En los pasados meses en Puerto Rico hemos observado un profundo desinterés por muchas cosas. Veamos ejemplos desde diferentes esferas sociales.

En el campo político administrativo las personas se sienten con una falta de fuerza ante los embates que causa el liderato político que, por más que las personas se muevan para realizar algo, las agencias gubernamentales se lo impiden.

El pueblo en general creyó en un liderato que prometió realizar acciones asertivas para atender la crisis social que vive la Isla, pero finalmente quedó decepcionado ante la dejadez de ese mismo liderato. Estos últimos mantienen la desidia, achacándole los problemas existentes a organismos externos como la Junta de Control Fiscal.

La inacción también es observable en las empresas y, en particular, con los que tienen contacto directo con el cliente. Un ejemplo de ello son las compañías de móviles.

Cuando una persona llega a la sucursal le preguntan “en qué podemos servirle”. Si la contestación es que acude allí por algún desperfecto o situación con el equipo, hay que sentarse a esperar. Por el contrario, cuando se contesta que es para una nueva línea o contrato, el afán conduce a quién de los asociados le toca ese “cliente”.

En el marco de las parejas es muy probable que se demuestre con la expresión “me cansé”. Una parte realiza un sinnúmero de cosas para mantener y agradar a la pareja y la otra sin tomar nota de ello. Entonces, llega el desgano y la desmotivación. La primera parte percibe u observa la poca importancia brindada por la segunda quien, al tiempo, reclama lo que no supo valorar.

El marasmo también es observable en el liderato en general: personas esperando que, quienes le depositaron la confianza para ocupar el puesto, hagan las cosas. Le llaman una nueva filosofía.

No obstante, cuando se realizan las cosas y se les pide acción, dejan dormir las ejecutorias para responder con silencio al cargo. Esta acción paraliza cualquier participación y provoca el estancamiento.

Luego de este acercamiento al concepto, proponemos que ser apático en Puerto Rico es la consecuencia de los eventos, no la causa. Por ello los sectores se aíslan. La pregunta es, para qué estar gastando energías sin reciprocidad. De qué vale mantenerse en algo que no te representa.

Mientras políticos, parejas, el servicio o las asociaciones desmotiven, aburran, creen desinterés, sean estáticos, paralicen, tedien o impongan abulia; las cosas permanecerán como están. Entonces, ¿para qué estar?


Sunday, November 11, 2018

Letras que Invitan: Cuentos y Relatos Folklóricos de Mi Pueblo

Hoy domingo 11 de noviembre de 2018, la crítica de libros Dra. Carmen Dolores Hernández, reseñó el libro de nuestro amigo el Prof. Leonardo López López en su sección del rotativo El Nuevo Día. Felicitamos al colega.





Monday, November 5, 2018

Cuentos y Relatos Folklóricos de Mi Pueblo


Felicitamos al Prof. Leonardo López López por su más reciente publicación Cuentos y Relatos Folklóricos de Mi Pueblo bajo la editorial Hormiga Brava.  

El profesor López presenta una serie de cuentos y relatos que se han mantenido en la tradición oral del municipio de Guayanilla, Puerto Rico. No obstante, son situaciones que pueden haber ocurrido en otras partes de Puerto Rico o internacionalmente.



Se puede conseguir a través del enlace de Cuentos y Relatos o a través del propio autor.



Sunday, November 4, 2018

Antirréquiem por nuestra Universidad

compartimos la columna de la escritora Ana Lydia Vega en el rotativo El Nuevo Día del domingo 4 de noviembre de 2018 disponible en su versión digital en el enlace https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/antirrequiempornuestrauniversidad-columna-2457156/

Hace unos días, tuve el gusto de escuchar a la doctora Diana Rivera Viera defender ante la Junta de Control Fiscal el plan de beneficios definidos del Sistema de Retiro de la UPR. Enfrentada a la sordera voluntaria de los “Magnificent Seven”, desplegó con maestría las armas nobles del debate. Habló con lucidez y contundencia. No se amilanó y no perdió la tabla.

Habrá quien piense que los poderes de la Junta excluyen toda posibilidad de cuestionamiento. Habrá quien opine que la exposición de la profesora no pasa de ser un mero gesto simbólico. Pero un gesto no es menos elocuente por simbólico, ni un reclamo a la autoridad menos importante por ignorado. Al contrario, mientras más inconveniente se considera la protesta, más urgente y esencial se revela.

La Junta, ya se sabe, no responde a razones ni a evidencias. Y tampoco al criterio de quienes no la eligieron. Vino a picar el bacalao bonista en nombre del Congreso con la fórmula mágica para salvar las finanzas del gobierno: quebrar a los gobernados. Trastocar leyes, violar convenios, rescindir contratos, imponer recortes, decretar despidos y un infinito etcétera. La consigna es exprimir hasta el último vellón el bolsillo de los trabajadores para cuadrar presupuestos a marronazos.

Con tanto especialista entre sus miembros, esas mentes privilegiadas no han podido parir siquiera una mísera idea para impulsar el desarrollo y aumentar nuestros ingresos. Según ellos, Puerto Rico tendría que inmolarse en el altar del aventurerismo empresarial para salir adelante. Adiós derechos adquiridos y protecciones laborales. Austeridad rima con desigualdad: mano dura al servidor público y vista larga al despilfarro en las esferas oficiales.

La “transformación” recetada para el aún solvente Sistema de Retiro de la UPR se resume en dos palabras: desmantelamiento inmediato. Cuchillo de carnicero a las ya modestas pensiones y cristiana sepultura a las aportaciones patronales. Obvio que, al cabo de unos cuantos años, el fondo del Fideicomiso se quedaría en cero y los jubilados actuales a la deriva. La Universidad o, en su defecto, el gobierno central tendría entonces que subsidiarlos. Difícil creer que alguno de los dos pueda asumir por mucho tiempo una responsabilidad tan onerosa. Atenidos únicamente a sus propias contribuciones, los participantes activos del Sistema también encararían, al retirarse, la amenaza de una vejez indigente.

Pero la Junta no se conforma con la crucifixión de las plantillas docente y administrativa. En el Plan Fiscal aprobado, se recomiendan cuantiosos aumentos consecutivos al costo de matrícula. Eso equivaldría a instalar en los portones un muro tipo Trump con refuerzo de guardias y pitbulls. La conversión de la universidad del pueblo en colegio exclusivo para jóvenes pudientes pondría en peligro la noción misma de educación pública.

La obsesión del “downsizing” alcanza dimensiones absurdas. Descomunales rebajas en las asignaciones gubernamentales, arbitrarios descartes de exenciones, cesantías forzosas al por mayor, asalto a los beneficios que a son de negociación han logrado los empleados, consolidación atropellada de recintos y eliminación chapucera de programas académicos son sólo algunos de los remedios milagrosos que matan para curar al paciente.

No en balde el economista Joaquín Villamil ha advertido que unas medidas tan severas como las contempladas podrían desembocar en la “desinstitucionalización” de la UPR, es decir, en el debilitamiento de su funcionalidad como organismo educativo. De hecho, si se llegaran a ejecutar al pie de la letra los mandatos extremistas de la Junta, el principal proyecto puertorriqueño para la capacitación profesional, el cambio social y el crecimiento económico terminaría herido de muerte.

Frente a un asedio tan despiadado, lo mínimo esperable sería que los gerentes —el nuevo Presidente y la Junta de Gobierno— salieran a defender con uñas y dientes a nuestra querida “iupi”. Si así lo hicieran, contarían con el apoyo decidido del personal, del estudiantado y de los exalumnos. Hasta ahora, por desgracia, ese espíritu combativo ha brillado por su ausencia. ¿Se tratará de un conflicto moral entre la lealtad debida a la entidad que dirigen y las presiones de aquellos que sólo ven en ella un foco de disidencia política? Gran misterio filosófico. Lo cierto es que esa reserva injustificable en momentos de crisis alimenta y prolonga la incertidumbre y la angustia.

Lo más indignante del asunto es que no habrá consecuencias para los ideólogos de la masacre. La Junta ya compró su pasaje de regreso. Madame Jaresko se irá con las alforjas llenas. Don Tercero dejará de soñar con la Ley 80. Miss Matosantos echará un último lagrimón por la patria que ayudó a fastidiar. Los funcionarios criollos de turno sonreirán orondos sabiendo que sus respectivos guisos están asegurados. Y nosotros, los empobrecidos sobrevivientes de un país saqueado, recogeremos la factura del desastre.

¿Qué actitud asumir ante lo dizque inevitable? Que yo sepa, la predestinación al sufrimiento no es ley divina ni la historia es sentencia sumaria. La comparecencia de la doctora Rivera Viera ante un paredón de silencio nos recuerda que, cuando hay causa justa, la peor batalla es la que no se da.

Monday, October 15, 2018

Letras que Invitan: Revista de Investigación Subgraduada de Ciencias Sociales UPR Aguadilla

Con sumo placer hacemos constar que la sección "Letras que Invitan" de la Dra. Carmen Dolores Hernández en el rotativo El Nuevo Día, en la página 53 del domingo 14 de octubre de 2018, presentó una pequeña reseña sobre la Revista de Investigación Subgraduada de Ciencias Sociales UPR Aguadilla. Felicitamos a las primeras autoras de los artículos presentados. Enhorabuena.





Tuesday, September 25, 2018

UPR Aguadilla rescata conferencias de Ricardo Alegría


Publicado en el periódico Diálogo del 25 de septiembre de 2018 y disponible en su versión original en el enlace http://dialogoupr.com/upr-aguadilla-rescata-conferencias-de-ricardo-alegria/

Los 38 casetes, de entre una y tres horas de duración cada una, fueron convertidos al formato digital por el doctor Nelson Vera Hernández con la colaboración de Radio Universidad y la UPR en Arecibo.

De acuerdo con el profesor Vera Hernández, con este ejercicio "se rescata el sonido de una fuente primaria, original y directa de una de las figuras puertorriqueñas de mayor valor cultural".


El Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla rescató 38 conferencias grabadas del doctor Ricardo Alegría en su función como docente universitario. El trabajo que consistió en convertir el sonido de análogo a digital, fue realizado por el catedrático Nelson Arnaldo Vera Hernández, en colaboración con Radio Universidad y la UPR en Arecibo.

El doctor Vera Hernández especificó que se estuvo trabajando con esta investigación y rescate desde marzo de 2017.

El profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la UPR en Aguadilla calificó este ejercicio como una gran aportación cultural. “Se rescata el sonido de una fuente primaria, original y directa de una de las figuras puertorriqueñas de mayor valor cultural”, comentó en un comunicado de prensa de la institución.

“Don Ricardo Alegría será recordado por su aportación histórico cultural nacional e internacionalmente. Los 38 casetes con duración entre una y tres horas cada una, representa un legado para las futuras generaciones de puertorriqueños y puertorriqueñas”, afirmó.

Se resaltó que este material es único ya que, a pesar de haber otros trabajos relacionados al insigne antropólogo, es la primera vez que se consigue sonido directo del educador.

Asimismo, se indicó, que los casetes fueron donados por el profesor Leonardo López López, catedrático retirado del Departamento de Ciencias Sociales, quien fue discípulo de Alegría en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y del Caribe.

Vera señaló que además de la labor de rescate de las grabaciones, se escuchó e identificó el contenido de los 38 casetes y se determinó cuál era el objetivo del doctor Alegría en cada una de las clases registradas.

Un ejemplo del sonido rescatado es el de la clase del 5 de junio de 1986. Ese día se estuvo discutiendo sobre los intereses estadounidenses en la política expansionista, que buscaba convertir en estados federados lugares del Caribe y de Centroamérica.

“Interesante resulta la crítica presentada por Alegría, a través de datos, eventos y hechos históricos, que la razón para ello representaba la expansión de la esclavitud. El antropólogo focalizó la atención del estudiantado en que estos planes se detuvieron al llegar la guerra civil estadounidense, renovándose luego de terminada”, observó Vera Hernández.

Alegría también menciona la compra de Alaska por poco más de $7 millones y bromea sobre cuánto valdría hoy día con dos asuntos principales: los depósitos de petróleo, minerales y la posición militar estratégica. Comenta, además, sobre el interés de adquirir posiciones en el Caribe, como fue la oferta de la compra de la isla de Culebra a España en 1876. España lo rechazó. Luego le ofrecen a Dinamarca la compra de las Islas Vírgenes, pero también es rechazada.

Ante estos desaires Estados Unidos acude a República Dominicana, donde el presidente Bienaventura Báez, considerado como “dictador” por Alegría, coincide con la política expansionista norteamericana. El objetivo que se buscaba era la anexión de Dominicana a Estados Unidos, como parte de la estrategia del presidente estadounidense Ulises Grant de “dejar su huella en la historia”.

En ese momento de la conferencia, Alegría destaca cómo la oposición dominicana utilizó varias imprentas del oeste borincano para preparar manifiestos que serían llevados a Dominicana. Indica que en Nueva York y Washington la figura que más aporta a la oposición dominicana es Ramón Emeterio Betances.

El profesor de UPR Aguadilla agregó que explicaciones similares y detalladas aparecen en la clase del día sobre la expansión hacia Cuba, al pacífico dirigido a Hawaii y hacia Europa. Alegría anota que Estados Unidos realizó estos ejercicios para ponerse en condiciones similares y demostrar que es igual a países poderosos de ese momento: Alemania e Inglaterra. Señala que para ello era necesario, tener lugares fuera de su territorio continental para abastecer del combustible principal para los barcos de vapor: el carbón. Este ejercicio se realizaba a través de la invasión y conquista de territorios. Para ello era necesario preparar una marina mercante y militar, que le permitiría alcanzar su meta de convertirse en un país poderoso.

Vera Hernández observó, además, que para cada una de estas narraciones Alegría presenta datos precisos y explicativos de cada hecho histórico. También sobresale en su estilo didáctico las constantes preguntas al estudiantado a través de un proceso socrático y la comparación continua de la situación de ese momento histórico con lo que estaba ocurriendo en Puerto Rico en el momento que se desarrolló el curso.

El catedrático de la UPR informó que las grabaciones podrán ser revisadas para investigaciones futuras.

Vera Hernández manifestó que un próximo proyecto podría ser transcribir la totalidad de las grabaciones a través de una de las tres opciones: un proyecto investigativo colaborativo entre recintos, en colaboración con departamentos académicos o como parte de un curso de investigación.

Tuesday, July 3, 2018

¿Dónde están?


Escrito de opinión en el periódico Diálogo del 3 de julio de 2018, disponible en el enlace http://dialogoupr.com/donde-estan/





Luego de más de un año guardando silencio sobre eventos universitarios, el desinterés y carencia de importancia universitaria observado, me invitan a escribir. En pasados años las diversas organizaciones representantes de grupos formales, mantuvieron una fiscalización constante de lo que ocurría. Mantuvieron la voz crítica responsablemente. Hoy desde las unidades el silencio es ensordecedor.



Muchos universitarios indican que es recuerdo melancólico lo alcanzado en los pasados años. Mencionan que, la devastación causada por el huracán María, es la excusa para la creatividad, innovación y futuro. Mientras “Puerto Rico se levanta”, la personalización de planes surge como estrategia. La percepción social generalizada es negativa.



Hay quienes piensan que esa percepción es errónea. No obstante, nombramientos de dudoso mérito y por aportaciones corroboran e indican la dirección contraria. ¿Dónde quedó el proceso de validación de credenciales? Nos unimos a los que piensan que el sistema de educación superior público en Puerto Rico debe estar fuera de ese espacio de situaciones. A quien se nombre tiene que tener credenciales fidedignas y fuera de amiguismos, o porque “posee el grado doctoral” o simplemente para mofarse.



La tristeza se agudiza cuando el eco insiste en que se proveen fondos para realizar viajes oficiales a parques temáticos. La justificación es por congresos o seminarios carentes de calidad y por debajo de lo mismo que se ofrece en la Isla. El susurro menciona que las empresas de calibre y alta capacidad envían una sola persona a estos lugares. Esta persona prepara materiales para proveer adiestramientos o información a sus pares. Total, hay quien dice que “lo que pasa allí se queda ahí” y “nadie lo notará”. No obstante, se equivocan. Es observado y se toma nota. 



Mencionado en el primer párrafo, la responsabilidad de fiscalizar es de las organizaciones que representan a su matrícula: asociaciones, uniones, colectivos, entre otros. A nivel central se observa algo. No así en las unidades. Esta tarea es indelegable por parte de todos los sectores pero que es imperceptible. Muchos se preguntan: ¿dónde están? ¿Fuera de Puerto Rico atendiendo sus intereses? ¿Apoyando a una amiga? ¿En silencio porque lo de hoy es peor a lo que tanto critiqué? Porque busco cómo mantenerme en el puesto. La pregunta continúa: ¿dónde están? Recordamos que fiscalizar no es sinónimo de cooperar. Son verbos distintos. La decepción se une a esta reflexión al observar ni una sola nota de oposición, bueno ni de resalto.



Dicen que las notas de éxito son escasas, en especial en el noroeste borincano. En los pasados años se resaltaba frecuentemente. Hoy es una en tres meses. Perdón, sin incluir las relacionadas a violaciones de leyes y que aún continúan con “distinciones”. Esto sigue corroborando que lo observado es real: no hay nada.



Mencionan que dentro del sistema de educación superior pública, el estudiantado busca en un pajar qué cursos se van a ofrecer. Departamentos académicos que reciclan ofertas académicas de antaño donde los horarios, cursos y secciones son los mismos de hace diez años. Muchas son las posibles razones, adicionales a las presentadas en el primer párrafo. A ello se suman departamentos académicos que no reúnen su facultad en un año y dirigentes que completan a medias su jornada de trabajo o donde sus asistentes administrativos toman decisiones académicas. A lo mencionado se adhiere la falta de conocimiento en la reglamentación universitaria y muy poca dirección o planificación. Insistimos en preguntar quiénes son los responsables de dejarlo saber o es que “no sé qué hacer”.



Lamentamos que el poco espacio imposibilita otros elementos que observan como hablar de contratos que desgatan fondos generales sin algún tipo de economías, la cantidad de renuncias y carencia de materiales. Nada, oportunidad para redactar futuros párrafos y seguir buscando la contestación a la pregunta de este escrito.  

Friday, June 15, 2018

La prensa universitaria: Un diálogo abierto

El 15 de diciembre de año 2011, un rotativo nacional nos publicó una columna relacionada a la prensa puertorriqueña. En aquel momento sobre una de las diversas manifestaciones de la prensa: la radio. Le titulamos “Hace Falta”.



Mencionamos en aquel momento, que la historia de las luchas socio-políticas concentró sus esfuerzos en la libertad de prensa. El expresar ideas, pensamientos y críticas ha sido parte de uno de los derechos más significativos del ser humano. Hoy día reafirmamos que las dos constituciones que nos rigen focalizan la atención en este aspecto: la estadounidense en su primera enmienda y, la nuestra, en la cuarta sección.



A inicios del siglo XXI, este derecho toma igual relevancia o más que en el pasado. La prensa se ha diversificado por el uso de la tecnología en multimedios. Los medios tradicionales incursionan en este mecanismo por la inmediatez que resulta el mejor aliado. En el 2011, nuestras palabras focalizaban la atención sobre Radio Universidad de Puerto Rico (WRTU 89.7). Hoy las utilizamos sobre otro medio de la Universidad de Puerto Rico, el diario Diálogo.



La administración de la Universidad ha tomado la decisión de disminuir el presupuesto asignado a unos niveles que representaría sacarle de circulación. Las diversas notas y, del comunicado de prensa emitido por la propia administración, indican que el objetivo es estar más cerca del estudiantado y la facultad distribuyendo los recursos a las diversas unidades del sistema. Consideramos que este argumento no toma en consideración que, en la actualidad, menos del 30% de las unidades poseen de recursos en comunicaciones y con ello se desprovee a las que actualmente utilizan a Diálogo para sus publicaciones.  



Aunque hace más de un año no hemos publicado en Diálogo, no significa que no le leamos. De hecho, los dos medios que utiliza la comunidad universitaria para conocer sobre lo que pasa en la UPR son: Radio Universidad y Diálogo. La objetividad en la presentación de asuntos gubernamentales, la crítica respetuosa, la publicación de notas que en medios privados pasan por desapercibidos, un respetuoso equipo de trabajo que por años demuestra su profesionalismo y otros elementos, hacen indispensable que se sostengan ambos recursos.



Similar a lo ocurrido en WRTU en el 2011, en Diálogo, también son muchas las interrogantes sobre la decisión de disminución del presupuesto. La verdad es que desconocemos si la única causal para esta decisión sea la económica y que no influyan otras. No obstante, por segunda ocasión en los medios periodísticos universitarios, “la soga parte por lo más fino”. En este caso somos los madrugadores lectores y seguidores de las extraordinarias notas que publica el rotativo.



Los medios privados usualmente omiten qué programa académico novel se ha desarrollado, cuáles son nuestros atletas por unidades, las investigaciones realizadas, el arte universitario (teatro, danza, música, pinturas), quiénes son nuestros visitantes distinguidos, las visitas a las unidades, las explicaciones administrativas y muchas otras cosas más. Sólo Diálogo lo cubre. Este es un espacio que redunda en el prestigio para la Universidad. Resaltamos que este medio escrito se une a las diferentes universidades públicas internacionales que tienen sus espacios para dar a conocer lo universitario.



No obstante, las pasadas aportaciones del medio se multiplican, al incluir el aspecto académico del medio noticioso. El estudiantado puede perder el único espacio público de práctica para futuros periodistas. Es un lugar donde se le brinda la oportunidad al estudiantado a desarrollar sus destrezas de edición, redacción, entrevistas, coordinación y otras áreas de manejo de información noticiosa.



Nuevamente, desconocemos las razones para la disminución, que consideramos “eliminación”, del presupuesto para el medio. Sean cuales sean, sale perdiendo el estudiantado, trabajadores/as, académicos y el pueblo en general. No puede dejarse caer lo que costó años de lucha por nuestros antepasados y fue valorado en las cartas magnas de los grandes países. Debemos continuar defendiendo los valores democráticos.



Los pasados párrafos representan una reflexión a la decisión. Si es que la decisión es por caminantes, demostremos que estamos en la cúspide de la colina.  



#DiálogoAbierto


Saturday, June 2, 2018

Escribiendo para el Inglés

Columna del escritor Eduardo Lalo en el periódico El Nuevo Día del sábado 2 de junio del 2018 disponible en su versión original y digital en el enlace https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/escribiendoparaelingles-columna-2425819/


¿Qué es Puerto Rico para los extranjeros? A partir de sus procedencias las respuestas pueden ser variadas e inexactas. Casi todas, además, de no mediar un alto grado de entendimiento, se inclinarán a la caricatura.
El problema existe por estar condicionado por una circunstancia infranqueable. El llamado Estado Libre Asociado, no es solamente una sucesión de términos contradictorios, sino que pretende ser una fórmula política válida sin disponer de reconocimiento internacional alguno. El ELA es como si al país se le llamara Estado-Transitorio-de-Usufructo-Indefinido-Poseído-por-Otro (ETUIPO), en lugar de colonia de Estados Unidos, y cómo hemos comprobado a este hipo hipnótico e histórico no hay susto que lo cure. El ELA o, si se quiere, el ETUIPO es algo tan irreconocible que se llega a dudar de su existencia. Washington nunca creyó en el engendro, por eso mismo lo permitió escondiendo una baraja en la manga, y en los últimos años ha liquidado con ella los últimos estertores de ilusión y auto engaño colectivos, a golpes de decisiones de la Corte Suprema y el Congreso.
En estos días pienso en las consideraciones de otros pueblos sobre nosotros, porque pronto daré una conferencia en la Universidad de Oxford, en Inglaterra, dentro del marco de una jornada de estudio sobre Puerto Rico luego de María. ¿Cómo explicarles a los ingleses lo que ha ocurrido en estos ocho meses? ¿Cómo contextualizarles a Puerto Rico para que no seamos reducidos nuevamente a una caricatura?
Confieso que la tarea resulta desmesurada y, probablemente, rebase tanto mis capacidades como los parámetros digestivos para el desvarío del correcto público británico. Tendré que explicar cómo un país isleño ha visto desaparecer su agricultura y está obligado a importar el 80% de sus alimentos. Cómo su manufactura ha decaído en los últimos 20 años y, sin embargo, debe desde hace un siglo utilizar los barcos de la marina mercante más cara del mundo. Pasaré revista a la alternancia en el poder, que desde 1968, ha entronizado un bipartidismo totalitario y corrupto, cuya joya de la Corona es la Comisión Estatal de Elecciones, que es el preciado garante del desarrollo económico continuo e innegociable de una casta de políticos. Detallaré una gestión pública aficionada al préstamo reiterado y sucesivo, que ha servido para subvencionar lo mismo la construcción de viviendas de lujo que la cuenta bancaria de un importador de mapos, que ha financiado parques acuáticos, pistas de patinaje sobre hielo, rotondas en miniatura donde estatuas agigantadas afincan, más allá de sus mandatos, a menospreciables caudillos municipales.
Intentaré explicar el trasplante, reflujo y contagio de cerebros para puestos claves en el gobierno, con sueldos que rebasan por mucho las escalas salariales de la Unión Europea. El cuarto de millón de Keleher, la rematadora de escuelas; el de Pesquera, mariscal de las tradicionales verbenas de gases lacrimógenos del primero de mayo; el millón de Higgins, operario del switch del apagón orgánico y selectivo de la AEE; los cientos de millares para el turista de la Compañía de Turismo. Tendré que acometer la hazaña de relacionar esta plantilla, sino de lujo, al menos faraónica, con la situación fiscal y deberé “precisar” que no se sabe si Puerto Rico debe $74,000 o $120,000 millones, porque ambas cifras se barajan y la deuda no ha sido auditada y se calcula a ojo. No obstante este estado de normalidad desestabilizada, Washington ha impuesto una Junta que reúne las otroras separadas funciones del procónsul y del publicano romanos en una sociedad donde los gobernantes asisten al culto y pecan sin cesar. No podré evitar la mención de su directora, que vino de Ucrania con amor y parte con $625,000 anuales, más feliz que cualquier presidente, primer ministro o rey del orbe.
También tendré que extenderme sobre lo acaecido luego de María. Aquí entraré a una zona pantanosa infectada de peces blancos y cobras, porque si bien puedo estar seguro que a los ingleses no les ha llegado el mal de alguno de nuestros políticos, sí han visto en televisión o en la prensa los resultados de sus gestiones a lo largo de ocho meses. Ya habrán visto los escombros en las calles, los camiones o helicópteros llevando suministros a poblaciones espectrales y paupérrimas, imposibles de asociar ni siquiera remotamente, con el sueño americano. En la BBC vieron a Trump arrojando la imprescindible donación de un rollo de papel toalla a un país que evacuaba poblaciones con agua contaminada llegándole al pecho. Sin duda vieron cómo el gobernador aprovechaba su proximidad para sonreír y sacarse un selfie con él y lo escucharon informar al presidente que habían muerto 16 personas, cosa que pareció poco al magnate que se quejó del descuadre presupuestario que le causaba una tormenta que no comparaba con Katrina y sus 1,833 víctimas.
¿Cómo explicarle a los ingleses, que como nosotros y el mundo se enteraron esta semana, que un estudio de la Universidad de Harvard contabilizaba los muertos del huracán en 4,645, es decir 70 veces más que la cifra oficial balbuceada por el mariscal del primero de mayo? ¿Cómo conciliar estas discrepancias y dar cuenta de que las muertes fueron causadas “por la ausencia de servicios públicos para la población” a la misma vez que el gobierno firmaba un contrato de cientos de millones para la recuperación del sistema eléctrico con una empresa sin oficina comercial y dos empleados?
¿Cómo explicar en Inglaterra que si bien la diferencia entre las 64 muertes certificadas por el gobierno y las 4,645 comprobadas por Harvard, rebasa llamativamente el margen de error, no por ello se sobrepasa en la primera cantidad los tradicionales márgenes de negligencia, incompetencia y corrupción a los que estamos habituados en esta sociedad? El hecho de que los muertos casi dupliquen a las víctimas del 11 de septiembre, no debe llevar al escándalo. Los ingleses deben comprender que estamos tan inmersos en nuestra burundanga (el término será difícil de traducir) que el escándalo y la indignación apenas nos llegan a los tobillos. En su lugar preferimos la queja o la fatalidad colonial, las series de televisión y la fantasía de una jubilación lejos de populares y penepés, muy lejos de lo peor de los dos inmundos.
Es difícil escribirle al inglés. Algo debe perderse en la traducción, porque la eliminación de las leyes laborales, que retrotrae a masas de trabajadores a un decimonónico trabajar para el inglés, resulta atractiva para nuestras fuerzas vivas y empresariales, porque augura un sustancial crecimiento económico a largo plazo de 0.2%, lo que lo ubica tan dentro de los márgenes de error, que la proyección seguirá siendo exitosa aun si se mantiene en negativo.
Una conclusión quiero llevar a los oídos de los académicos e investigadores de Oxford: resulta preferible trabajar para el puertorriqueño. El empleo ofrece un salario superior al más alto nivel mundial, apartamento de lujo, carro, chófer y escolta policiaca. A esto se añade total indiferencia ante los resultados de la labor, impunidad legal, no aplicación de la eliminación de la Ley 80 y defensa a brazo partido por parte del gobernador y de una milicia de fotuteros a sueldo. Estoy seguro de que luego de mi conferencia, muchos ingleses sentirán que han visto una caricatura que no da gracia.


Saturday, May 5, 2018

Las Dos Marchas

Columna de opinión del escritor Eduardo Lalo del sábado 5 de mayo del 2018 en el periódico El Nuevo Día disponible en su versión digital en el enlace https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/lasdosmarchas-columna-2420211/


Hubo dos marchas, al igual que el año pasado. El primero de mayo, me uní a decenas de miles de ciudadanos y caminé con ellos desde la Universidad hasta la Milla de Oro, donde coincidieron otras muchedumbres venidas de distintos puntos de la ciudad.

En una sociedad tan dividida y compartamentalizada como la nuestra, una marcha multitudinaria refuerza los lazos comunes. Ciudadanos de distintos orígenes y edades, acaparan una avenida con paso lento. En la marcha, como en pocas ocasiones, se vive el placer de pertenecer a una comunidad. Millares han salido de sus casas; millares están a nuestro lado porque sienten, piensan, padecen, resisten, igual que nosotros. En una marcha multitudinaria, es imposible sentirse solo.

Así llegamos a la Milla de Oro. Así llegaron allí otros ríos de gente. Nos sorprendió encontrar la tarima ubicada en un lugar inapropiado para una concentración de esta magnitud. Luego nos enteraríamos que, para dividir a los asistentes, el sitio había sido impuesto por la Policía. Una parte del gentío se congregaba en la avenida Roosevelt y la otra en la más estrecha Ponce de León. Ninguna de las partes podía verse. La Policía sentaba las bases para que la marcha se transmutara espacialmente en dos. Después se añadiría el elemento del tiempo: cuando acabara la primera, se daría la señal para que comenzara la segunda.

Camino a la Milla de Oro, vi las primeras señales ominosas. La cantidad de policías era una marcha en sí misma. Centenares de agentes portando equipamientos militarizados cercaban a la multitud. La cola de la manifestación era acompañada por al menos 25 motocicletas y una guagua. La exhibición de fuerza era desmesurada, la toma de la zona parecía una escena de un golpe de Estado y resultaba ridícula y una verdadera agresión dado el talante evidentemente cívico de los marchantes. ¿Por quién nos tomaban? La pregunta debió surgir en miles de mentes que percibían policías con cascos, coderas, rodilleras, chalecos, armas, que los convertían en una suerte de cíborgs oscuros. Ya aquí seguramente estaba el plan, el diseño de la segunda marcha.

La concentración del primero de mayo, por segundo año consecutivo, era un éxito. A pesar de la desesperanza, del golpe dado a la ciudadanía por múltiples reformas, a pesar del huracán, estábamos allí y éramos muchos. El Puerto Rico que desea una sociedad mejor seguía vivo.

Pasado el mediodía, la primera marcha, la que nos perteneció, había terminado. Junto a un grupo de personas caminé un buen trecho hasta encontrar un restaurante abierto. Allí todas las mesas estaban ocupadas por gente que había marchado y había un televisor. Asistimos allí a la segunda marcha, transmitida en vivo y, sospechosamente, sin comerciales. No creo que esos canales hayan sustituido sus programas del mediodía por la cobertura de los discursos y actos artísticos de la primera marcha.

Durante casi una hora, filas de policías militarizados bloquearon la ruta a un grupo de manifestantes vestidos de negro, portando palos y escudos caseros. En la mañana, habían caminado cerca de mí y era posible que no llegaran a ser 50. Poseían una curiosa mezcla de marcialidad aficionada, exceso de testosterona y espíritu deportivo. Algunos iban sin camisa, alardeando de una musculatura que de poco serviría ante un policía cubierto de armaduras. Si su ambición era derrotar el sistema, como indicaban sus consignas, el tamaño de su fuerza y el aficionismo de sus medios los condenaban. Además, dada su informalidad, serían un grupo fácil de infiltrar y manipular. Al igual que el año pasado, se convertirían en personajes de un espectáculo transmitido en vivo, que sería la representación de su entrampamiento. Durante horas, se pasearon con sus armas de pacotilla frente a cientos de policías, sin que éstos intervinieran. La escena culminante tenía un momento asignado y, por ello, en la tarde, dos grupos de policías les cerrarían el paso en puntos opuestos de la Milla de Oro.

La confrontación no llegó a los 30 segundos. En menos de 15, los escudos estaban en el suelo. En la conjunción de este espacio-tiempo, en este kairós, se daba el momento culminante de esta escaramuza de diseño. Su héroe fue el anónimo agente que apretó el gatillo del primer gas lacrimógeno. Luego vino el bombardeo, las balas de goma, los macanazos.

En el restaurante, veíamos la "película" de la segunda marcha y, un poco más tarde, la conferencia de prensa de Rosselló y Pesquera que convertían en víctimas a la Policía y en victimarios a los manifestantes entrampados y utilizados, dirigidos, mediante infiltración u otros medios, a crear una escena violenta. Las razones de la marcha se enturbiaban. Los cierres de escuelas, el aumento del costo de la Universidad, las violencias de la reforma laboral, las reducciones propuestas a las pensiones, la corrupción en las contrataciones, los salarios inverosímiles de los funcionarios, eran sustituidos por la imagen de un pedazo de adoquín en la mano del gobernador. En política importa más la percepción que la realidad, y en este caso esta imagen parecía sacada de un libreto y me llevaba a preguntarme si la piedra no estaría ya desde el día antes en La Fortaleza, gracias a los servicios de una agencia de publicidad.

Mientras tanto, la Policía provista con armas verdaderas, y no con escudos de madera comprimida, invadió en masa a Santa Rita. Los vídeos de su ataque muestran una falta de disciplina y un revanchismo alarmantes. Desprovistos de órdenes de arresto, violentaron residencias, golpearon, llenaron estrechas calles residenciales con nubes de gases tóxicos. Fueron la imagen viva del hombre convertido en lobo del hombre. Nada dijeron de esto ni el gobernador ni su jefe policiaco.

El resultado de estos acontecimientos es el que sigue. A pesar de las campañas mediáticas y la propaganda del gobierno y sus compañeros de ruta, una profunda indignación, unida a un extenso escepticismo, laten en las mentes de decenas de millares. La crisis de credibilidad del gobierno no está sólo en Washington, sino también en las mentes de los puertorriqueños. Pretender transformar la incertidumbre, los desacuerdos, la oposición, el dolor y el civismo duradero y manifiesto de lo que constituye sin duda la mayoría del pueblo, en una imagen trillada y caricaturesca de violencia y anarquía, sería un acto vil, que demostraría a qué extremos estaría dispuesto a llegar el gobierno para imponer sus decisiones. Y esto, luego de la segunda marcha del primero de mayo de este cuatrienio, se resume quizá en una irresistible inclinación a la mentira. Esta ya no sería una reacción incidental, sino una política de Estado, quizá la primordial, quizá la única. La realidad importaría menos que su manipulación. Algún estratega estaría dispuesto a convencernos de que el pedazo de adoquín en manos del gobernador causa más daño que los macanazos, que la carga de una jauría de guardias, que una generosa rociada de gas pimienta, que una vistosa nube roja de gases lacrimógenos. Se pretendería hacer creer que esta semana no hubo una injustificada y, a la vez probablemente buscada y diseñada, violencia de Estado.

La comparecencia ante la prensa del gobernador y el jefe de la Policía, sería un escándalo si días antes tuvieron en sus escritorios el diseño de lo que iba a pasar; si de alguna manera miembros del gobierno contribuyeron para que la poderosa marcha de la mañana fuera convertida en la patraña de la tarde. No lo sé, pero en miles de puertorriqueños ya existe la duda.

Con apenas año y medio cumplido de su mandato, el gobierno de Ricardo Rosselló profundiza su crisis de credibilidad. Por 16 meses pudo beneficiarse de la buena disposición de muchos ciudadanos, pero ahora se encuentra peligrosamente cerca de que se perciba o se suponga su complicidad con actos y estrategias rayanas en lo seriamente inapropiado. Luego de este primero de mayo, está a un paso de ser percibido como un adversario hostil, como el hombre convertido en lobo del hombre.

Monday, April 2, 2018

El marciano


Columna del escritor Benjamín Torres Gotay en el periódico El Nuevo Día del domingo 1 de abril del 2018 disponible en su versión digital https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/elmarciano-columna-2410970/ Hacemos claro que hemos puntualizado algunos elementos con letras negritas.

              El marciano llega, parquea la nave, digamos, en el patio del Morro, estira piernas y brazos, bosteza, va al baño, prende un cigarrillo y, para entender más o menos cómo está la temperatura del sitio al que llegó, ojea un par de periódicos.

Ahí es que se asusta el pobre, porque él vino a pasar unos días cogiendo sol y estudiando, quizás, el asunto ese de las criptomonedas, a ver si hay negocio ahí para Marte, y se encuentra con que aquí parece que estamos en el umbral de un alzamiento popular contra la opresión del imperialismo estadounidense.

Causa gran confusión eso en el marciano porque si una cosa se sabe de Puerto Rico hasta en Marte es que aquí solemos aceptar mansitos casi cualquier cosa que nos llegue desde Estados Unidos.

Nos hemos alzado de frente alguna vez, con Vieques, por ejemplo. Pero, por lo general, salvo contadas excepciones, vamos derechitos y en fila, aunque no pocas veces guiñando ojos o cruzando dedos disimuladamente, que no es raro que en alguna ocasión le hayamos tomado el pelo también al americano.

Ahora, no obstante, está el gobernador Ricardo Rosselló desafiando a la Junta de Supervisión Fiscal, que fue la antidemocrática respuesta del gobierno de Estados Unidos a la crisis fiscal que amenaza la viabilidad de la colonia puertorriqueña.

Al desafiar a la Junta, el gobernador Rosselló desafía al Congreso de Estados Unidos, que tiene poderes prácticamente absolutos sobre Puerto Rico, y al Ejecutivo estadounidense, que firmó la ley Promesa, madre de este revolú.

Hay todavía par de cabos sueltos.

Falta ver si el gobernador tiene o no razón en cuanto a la necesidad de las medidas draconianas exigidas por la Junta, sobre todo la reducción en las pensiones, que son el sustento del que probablemente sea el sector más vulnerable de la sociedad, o la eliminación del bono de Navidad a empleados públicos y privados, entre otras brutales y dolorosas órdenes.

Queda, igual, por dilucidar si el gobernador está ejecutando una representación teatral y en el fondo ya tiene preparada una salida elegante al enfrentamiento o si simplemente, por razones electoreras, está rehuyendo a su responsabilidad para que sea la Junta o los tribunales los que metan el machetazo a las pensiones y a todo lo demás.

Más importante, quizás, será ver si el desafío pasa de palabras y, cuando llegue el momento, cuando el gas pele, se convierte en acciones.

Todo eso, en su momento, se verá con claridad. Hoy, en cambio, lo que el marciano ve con ojos azorados es que quizás por primera vez desde los primeros años del siglo XX el oficialismo puertorriqueño está enfrentando el coloniaje, salvajemente representado en este drama por la ley Promesa, que dejó en manos de gente no electa por nosotros algunas de las determinaciones más importantes de la vida puertorriqueña.

Lo que el marciano (y algún que otro congresista y burócrata estadounidense cuyo conocimiento sobre Puerto Rico es más o menos igual alque hay en Marte) ve es al gobernador diciendo: “No puedo permitir que la Junta se adjudique poderes que no tiene y, mucho menos, cuando pretenden utilizarlos para imponer medidas que afectan negativamente la calidad de vida de nuestro pueblo”. O: “Ellos (la Junta) no han entendido que no pueden atender asuntos de política pública. El plan (fiscal) no va a ser ejecutable si insisten en eso. Ellos pueden ponerlo en el plan fiscal, pero no tienen el poder de ejecutar y no lo vamos a ejecutar”.

El marciano oye también al presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, llamando a la Junta, es decir, al Congreso, “enemigos de Puerto Rico”, diciendo que el gobernador les puso fin a sus “pretensiones dictatoriales” y que son “burócratas que teniendo la oportunidad de aportar, nos arrebataban recursos, oportunidades y la igualdad”.

El marciano oyó también al vicepresidente de la Cámara de Representantes, José “Pichy” Torres Zamora, decir que está dispuesto a ir preso antes de legislar las intenciones de la Junta.

O si va más atrás, el marciano, más confundido cada día, oye al presidente de la Cámara, Johnny Méndez, decir: “Tenemos que decirle al mundo entero que el poder imperial está oprimiendo a unos ciudadanos americanos aquí”.

Si estas cosas le pican la curiosidad, y el marciano busca periódicos de afuera, puede encontrarse a Pedro Rosselló, líder de la Comisión de la Igualdad que quiere convencer a Washington de que admita a Puerto Rico como estado, diciendo en columnas de medios de afuera que Estados Unidos gobierna de manera “imperial y colonial” en Puerto Rico y otros territorios.

El marciano no lo nota, porque le falta el contexto, pero todos los demás que vivimos aquí encontramos suculentamente irónico que, de momento, como habiendo vivido una epifanía, el anexionismo se haya apropiado de la retórica de la izquierda, al echar mano de vocablos como “dictatorial”, “opresivo” e “imperial”, refiriéndose, no a Cuba ni a Venezuela, sino a un organismo del Congreso de Estados Unidos, el mismo al que dentro de poco se supone que le pidan la entrada de Puerto Rico como el estado 51 de ese país.

Se ha complicado mucho el cuento.

Las relaciones entre Puerto Rico y Estados Unidos son hace unos años un puente colgante cuyas sogas, desgastadas por el tiempo y por la indiferencia, dan a menudo la impresión de que están a punto de romperse, haciéndonos caer al vacío. Nos parecemos cada vez más a esos matrimonios viejos que ya no se soportan, pero siguen juntos por mera costumbre o porque consideran que “pa’ lo que falta, que venga el resto”.

Se viene viendo por años en la negativa de Washington a dar un trato contributivo especial a la isla tras la eliminación de la Sección 936 y el brutal golpe que eso dio a nuestra economía.

Se vio con la negativa a tomar en cuenta el resultado de la consulta de status de 2012, que puede interpretarse como que la ganó la estadidad.

Volvió a quedar claro cuando la crisis fiscal nos ahogó y la única respuesta de Washington fue quitarse la máscara de potencia colonial que había intentado disimular desde 1952, dejándonos sin el limitado grado de autogobierno que teníamos desde entonces.

Nos abofeteó esta realidad con la fría respuesta de Estados Unidos cuando el huracán María nos partió la isla y nos dejó en el mayor grado de vulnerabilidad que hayamos enfrentado en décadas.

Se vio con el trato distinto, evidenciado estadísticamente en reportajes publicados la semana pasada en El Nuevo Día y en la revista estadounidense Politico. Se vio cuando el Congreso aprobó la reforma contributiva de Donald Trump sin tomar en cuenta, por más que se le advirtió, el efecto que se advirtió que va a tener en nuestra economía.

Se ve todos los días con la desconfianza y el desdén de Washington hacia Puerto Rico, con todas las trabas que nos están poniendo para acceder a la asistencia, con el trato de jurisdicción de alto riesgo al que nos están sometiendo, sin que se nos haya hecho tal designación. Se ve cuando uno nota que la consulta de status de junio del año pasado, que el Partido Nuevo Progresista (PNP) alega en Washington que arrojó un resultado de 97% a favor de la estadidad, no ha movido ni una hoja de árbol en la capital estadounidense.

El enfrentamiento por las medidas de la Junta, que venía cuajándose el año pasado hasta que María lo interrumpió, es el último capítulo de esta historia de desencuentros ya demasiado larga y evidente. Jamás imaginó el marciano, ni, valga decirlo, la mayoría de nosotros que iba a ser desde el Partido Nuevo Progresista (PNP) que se iba a responder fuego con fuego.

Si el marciano no se asusta y le da manigueta a la nave para prenderla y volver corriendo a Marte, va a ver, en muy pocos días, junto a nosotros, el desenlace de este drama. ¿Aguantará la presión el PNP? ¿Quién apuesta?

Sunday, March 25, 2018

¿Dónde están los obreros?



Columna de opinión de la escritora Mayra Montero publicada en el periódico El Nuevo Día del domingo 25 de marzo de 2018 disponible de manera digital en la página https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/dondeestanlosobreros-columna-2409083/

No considero fidedigna esa cifra del 40 por ciento de participación laboral en Puerto Rico, y que incluye a la gente que trabaja, más la que busca empleo. Quiere decir que el otro 60 por ciento, hábil para doblar el lomo, y que debería ser parte de la clase trabajadora, se queda en su casa y vive de la beneficencia federal.

Sobre esas estadísticas se ha construido todo un discurso social y económico, que básicamente es artificial. Cojea. No se corresponde con los hechos.

Hoy por hoy, trabaja mucha más gente que ese esmirriado 40 por cierto que dice el Gobernador y aceptan incluso los economistas, hasta las voces más independientes. Lo que pasa es que trabajan por debajo de la mesa, incorporados a la economía informal. Es verdad que reciben los beneficios del PAN, y muy probablemente otras ayudas federales. Pero eso, por sí solo, no les da para pagarse techo, vehículo, celulares, entretenimiento, enseres eléctricos y chucherías de todo tipo. Estoy cansada de ver a muchísima gente trabajadora —albañiles, peluqueras, mecánicos, empleados de pequeños negocios— entrar al supermercado, agotados luego de una larga jornada, a realizar la compra con la Tarjeta de la Familia. Los veo, los observo, miro lo que llevan, y sobre todo me fijo en cómo pagan. Un empleado de Costco me comentaba, el domingo pasado, que nunca había visto tantas tarjetas de la Familia como en estos días.

Téngase en cuenta que a los números de participación laboral se llega mediante encuestas.

La gente miente en las encuestas. En todas, eso lo sabemos de sobra. Pero cuando se trata de un asunto tan delicado como este, en que el encuestado teme que lo enreden y lo perjudiquen, su renuencia a decir la verdad es infranqueable.

No hay que esperar que confiecen que realizan alguna actividad laboral y perciben buena remuneración por ella, un dinero del que nadie sabe y ellos no dan cuenta. ¿O se lo van a decir al primero que llama, un encuestador que a lo mejor suena como inspector de Hacienda o funcionario federal?

Las estadísticas sobre participación laboral, ingresos y nivel de pobreza, están aferradas a esos números “oficiales”, que no valen ni el papel en que las imprimen.

Conste que estoy hablando de la economía informal “blanda”, a la que de un modo u otro contribuimos todos. Porque todo recurrimos en algún momento al mecánico que nos resuelve un pinchazo; al cafetín donde pedimos un refresco; al individuo que nos limpia el patio, y al que no le vamos a exigir ningún tipo de evidencia sobre el pago de impuestos. A raíz del paso del huracán, en las calles hormigueaba un ejército de camioncitos que repartían tanques de gas. La mayoría trabajaba por cuenta propia, no estaban afiliados a ninguna empresa, y su misión consistía en ir y venir de las fábricas de gas llenando los tanques de sus clientes. Yo creo que ganaron mucho, pero eso no aparece en los registros. Como no aparece tampoco la actividad de los recogedores de escombros, que hicieron su agosto. Esa es la economía informal “blanda”, como ya les digo. De la “dura” (o de las catacumbas), que genera mucho intercambio comercial, despepitados niveles de consumo, mejor ni hablemos.

Con ese panorama que describo, pienso que para lo que sí puede ser perjudicial ese mustio 40 por ciento de fuerza laboral activa, es para la movilización obrera que ya empiezan a convocar algunos sindicatos y partidos políticos, en respuesta a la Reforma Laboral del Gobernador. La pregunta que les tengo —y que no formulo de manera retórica o por fastidiar, sino desde la más elemental dialéctica—: ¿con qué obreros movilizan a la clase obrera?

De ese 40 por ciento de participación laboral, hay un porcentaje que en puridad “no participa”, pues al número se llega incluyendo a los que “buscan” trabajo, no solo a los que están trabajando. A fin de cuentas, restando y sumando, la tasa de participación real, formal, a lo mejor es de 30 o 35 por ciento. Otro tanto se mueve bajo el radar, pero con ellos no se puede contar para las protestas. Ya saben: están ocupados buscándose la vida y no tienen jefe, o lo tienen, pero tampoco está incorporado a la legalidad. Son parte de un engranaje muy aferrado a una cultura laboral suigéneris, poco dada a efusiones reivindicatorias.

Es un factor de peso en esta época, cuando se habla pomposamente de “refundación” del país. Un país no puede refundarse partiendo de presupuestos que están a mil millas de la realidad. Y que dependen de unas estadísticas que, por más buena intención que se tenga, no son fidedignas. Son burocráticas, asépticas, muy dadas a gráficas y muestras al azar, ajenas al intrincado meollo que se vive en la calle.

Todo eso, que es mucho, debe analizarse a la luz de la Reforma Laboral que está en el candelero. Lo demás es dogma y país imaginario. Dos paredes en las que se estrellan, por pura negación, demasiadas iniciativas políticas.

Saturday, March 17, 2018

Keleher la “parcelera”

Columna del escrito Eduardo Lalo en el periódico El Nuevo Día del sábado 17 de marzo del 2018 disponible de manera digital en el enlace https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/keleherlaparcelera-columna-2407238/


Julia Keleher llegó hace poco al país. Aparentemente, el nuevo gobierno buscaba a alguien ajeno a los circuitos puertorriqueños para dirigir el Departamento de Educación. Sin duda, para esta colosal institución pública, tenía vislumbradas grandes transformaciones. Pasados gobiernos del PNP permitían sospecharlo y el ambiente ideológico del gobernador auguraba tiempos difíciles para los estudiantes y maestros del sistema público de enseñanza.

Desde que ocupó su cargo, fue evidente que Keleher sería la mujer de La Fortaleza. La trajeron de lejos, la nombraron secretaria para luego convertirla en contratista y así duplicarle el sueldo establecido para un jefe de agencia. El salario de Keleher (como el de Pesquera en la Policía) es un escándalo mayúsculo en un país en quiebra, pero también es un mal indicio: ¿qué se le ha pedido a estos secretarios para que se les compense monetariamente de esa manera? A este motivo de preocupación se añade otro: la propia secretaria confesó no hace tanto que no pudo escoger a su equipo de colaboradores y que éste había sido seleccionado e impuesto por La Fortaleza. He aquí otro motivo de inquietud: ¿cómo la secretaria que se precia tanto y tan públicamente de sus credenciales para el cargo, estuvo dispuesta a aceptar esta situación anómala, que equivalía a una presencia que respondiera directamente a La Fortaleza por un canal que no fuera el de ella en el Departamento de Educación? Si algo tuvo que ver, en su anuencia, el dinero que se le paga, comienza a resquebrajarse la imagen que nos ha transmitido el gobernador de estar ante una profesional de “talla global”.

En casa no tengo televisión, así que durante meses no tuve idea de a quién pertenecía la voz desentonada y agresiva que escuchaba frecuentemente en la radio. Al principio, ni siquiera pude sospechar que la que hablaba podía tener algo que ver con la educación o la cultura. Si la memoria no me falla, imaginé que Keleher era una nueva representante del PNP en la Cámara. El discurso centrado en la propia ejecutoria, las dificultades para hablar y, sobre todo, la tendencia a alzar la voz y arremeter contra el interlocutor, trajeron a mi mente un personaje de nuestro imaginario ruin: Keleher hablaba como una “parcelera”.

La abyección de la pobreza, las dificultades para abrirse camino y sobrevivir, la competencia extrema por mínimos recursos disponibles, tanto como la falta de desarrollo y la imposibilidad de ver un mundo con horizontes amplios, han construido ese tipo de mujer (y hombre, porque no constituye una categoría intrínsecamente femenina) que llamamos “parcelera”. Es la que defiende con todo lo obtenido a duras penas: la parcela de terreno invadido o la parcela de terreno obtenido por su sagacidad para ejercer el partidismo político como un oficio de pobre. Y eso se hace casi siempre sin hombres, ya sea porque desaparecieron y se desentendieron de los hijos o porque estos no sirven para nada.

Más allá de su sociología, en el imaginario del país, la “parcelera” identifica un tipo de voz y una actitud. Un verbo estridente y rayano al grito, descuidado y violento, que sabe llegar rápidamente al asunto y busca imponerse por todos los medios. La voz de la “parcelera” no escucha a nadie, no se preocupa por la corrección ni la verdad, intimida o vence con actos de fuerza. Es imposible dialogar con una “parcelera”. Su discurso está muy por lo bajo de la reflexión.

Así suena Keleher. La secretaria del Departamento de Educación no parece ni secretaria ni departamental ni educada. Quizá por ello, a la menor provocación, o mejor, a su menor irritación con el prójimo, tiende a recitar en público su curriculum vitae. En varias ocasiones, la he escuchado informar en qué universidades ha estudiado, qué títulos obtuvo, dónde trabajó, cómo enseña lo mismo en un salón de clases que por teléfono. Una vida pasada en escuelas y universidades, me ha mostrado un método prácticamente infalible para saber si alguien está preparado: la longitud de la nota biográfica es inversamente proporcional a la valía. Detallar títulos y universidades, con frecuencia pretende ocultar una falta de vida intelectual y el hecho de que apenas se ha leído desde que se desfiló con una toga. En un año, nunca he escuchado a Keleher sostener una conversación que demuestre una mente en acción, en pugna con la realidad que desea transformar para el bien de estudiantes y maestros. En cambio, una y otra vez aparece informando el número de escuelas que cerrará, muestra su ignorancia de la cultura del país sin demostrar ningún interés por conocerla o, como hiciera recientemente, trata de convencernos que 17 millones de dólares para enseñar “valores” a los estudiantes es una minucia dentro del presupuesto que maneja.

Lo más desolador en este panorama es justamente que el gobierno haya escogido a alguien como ella para dirigir al Departamento de Educación. Ese mismo gobierno ha establecido un presupuesto para el Instituto de Cultura Puertorriqueña de $16,509,000, de los cuales tan solo $9,139,000 provienen directamente del gobierno central. Simultáneamente, los mismos funcionarios permiten a Keleher la concesión de un contrato de 17 millones para enseñar “valores”, como si esto fuera posible mediante panfletos en los que aparecen animales dialogando. Los verdaderos valores se encuentran en la cultura misma (cultura que ni los funcionarios ni la secretaria parecen poseer ni comprender). Como he escrito en alguna ocasión, nadie agrede, roba, mata o se suicida, cuando lee un libro. Y lo mismo puede afirmarse de la música, la danza, el teatro, las artes plásticas y las ciencias. Brindarle a la población la posibilidad de relacionarse con la cultura, equivale inmediatamente a descubrir un banco de talento insospechado, maravilloso y transformador. Literalmente, se deja de vivir en la “parcela” y se descubre un espacio vasto y un tiempo amplio. El primero está compuesto por las culturas del mundo y el segundo por la historia.

Hace dos semanas, en mi columna de este diario, aludía a los “jibaritos” y hoy escribo de la “parcelera”. No se me esconde el hecho de que los epítetos infames que los que han dirigido esta sociedad han reservado para marcar su diferencia con los demás, con los que ubican lejos y consideran subalternos, comienzan a servir para describirlos. Si entre unos y otros existió alguna vez una diferencia, hoy, culturalmente constituyen dos estados económicos desiguales en los que se practica una ignorancia compartida. Es muy probable que la “parcelera” de un barrio marginal, tanto como la secretaria de Educación Julia Keleher, no sepan quién es Manuel Zeno Gandía, Borges, Foucault o Egberto Gismonti. Las dos fracasarían en el mismo examen, como lo harían también tantísimos hombres de verbo iletrado y violento que también son “parceleros” y ocupan altos cargos en el Capitolio y en las alcaldías.

Hace años, cuando accedió al poder en su primer mandato, el presidente francés François Mitterand dijo a sus ministros, que independientemente de sus cargos, todos debían ser Ministros de Cultura. También hace muchos años, vi a mi madre besar un pedazo de pan viejo antes de tirarlo a la basura. Fue simultáneamente una lección de valores y de belleza. Fue gratis y se transmitió en silencio, con la contundencia de un ejemplo que me ha acompañado a lo largo de la vida. Nada tuvo que ver con un turbio contrato de 17 millones de dólares ni con la voz ni la actitud destempladas de una “parcelera”.