Friday, December 23, 2016

La UPR y la transición

Columna del Prof. Efrén Rivera Ramos en el periódico El Nuevo Día del martes, 20 de diciembre de 2016 disponible de manera electrónica en http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/lauprylatransicion-columna-2273806/

En días recientes la gerencia de la UPR fue citada a comparecer a las vistas de transición conducidas por los equipos de los gobiernos entrante y saliente. Al momento de escribirse esta columna todavía los funcionarios citados no habían comparecido. Ello no es obstáculo para que adelante algunos criterios sobre el particular.
No es irrazonable que el gobierno que comienza sus labores quiera conocer la situación fiscal de la universidad del estado. La institución se financia con fondos públicos. Los recursos que se destinen a sus operaciones afectarán la disponibilidad de recaudos para otros propósitos. El plan fiscal que se le someta a la Junta de Control Fiscal deberá contemplar la inversión que la administración decida hacer en la educación universitaria pública. Más aún, la UPR ha sido y deberá seguir siendo un elemento clave en el desarrollo económico, social, cultural y político del país.
Pero el manejo gubernamental de la universidad del estado encara retos particulares. La UPR no debe considerarse una agencia más. Su naturaleza y función exigen un cuidado extremo en el trato que reciba de la administración en el poder.
En primer lugar, se supone que la UPR sea una entidad autónoma. Esa autonomía se debe traducir en condiciones que le permitan tomar decisiones propias en los ámbitos académico, administrativo y fiscal. La autonomía académica de las universidades y sus integrantes tiene raíz constitucional. Se deriva, según los tribunales, de las exigencias de la libertad de expresión contenidas tanto en la Constitución de los Estados Unidos como en la de Puerto Rico. En cuanto a la UPR, su relativa autonomía fiscal y administrativa encuentra apoyo en la estructura y disposiciones de la Ley de la Universidad de Puerto Rico vigente.
Independientemente de esas disposiciones legales, la autonomía de la universidad encuentra sostén también en los entendidos prevalecientes en el mundo de la educación superior de la cultura mayor de la que formamos parte. Esos entendidos tienen sus razones de ser.
Las universidades son entidades dedicadas a la producción y transmisión del conocimiento. En la cultura occidental, con sus altas y sus bajas, ha sobrevivido la idea de que la producción del conocimiento debe estar basada en la más plena libertad de investigación y opinión. Esa libertad se ejerce en los salones de clase, en los laboratorios, en las bibliotecas, en los trabajos de investigación y publicación, en los servicios que se brindan a los estudiantes, en las tareas de servicio comunitario, en los eventos extra y cocurriculares y en toda otra actividad de naturaleza académica. Ninguna de esas actividades debe estar determinada por consideraciones religiosas, partidarias o motivadas por discrimen insidioso alguno. El conocimiento no debe estar sometido a los dictámenes del estado ni tampoco a las lógicas exclusivas del mercado.
Eso explica la necesidad de la autonomía académica. Las autonomías fiscal y administrativa tienen conexión con la primera, pues un presupuesto o un esquema gerencial expresan prioridades que afectan las decisiones sobre qué se enseña, cuándo, cómo, a quién y por quién.
No es que la Universidad necesite ser autónoma. Es que el país necesita una universidad pública autónoma que lleve a cabo eficazmente su misión de formar a sus profesionales y de generar y transmitir el conocimiento de la manera más acorde con las exigencias de excelencia de las disciplinas que se enseñan y se cultivan.

Por ganar ventajas sectarias pasajeras –como ha ocurrido en el pasado bajo administraciones diversas– no se debe sacrificar el beneficio que comporta una universidad que opere con la suficiente autonomía para servir sin trabas no a las administraciones sucesivas sino al país y a su gente.

Thursday, December 15, 2016

Dos columnas sobre la UPR

La UPR es mejor que las universidades privadas

Columna escrita por Raúl A. Pérez Rivera en el periódico El Nuevo Día del miércoles, 14 de diciembre de 2016

Varios programas de radio se dedicaron recientemente a menospreciar a la Universidad de Puerto Rico. Argumentaban que en las privadas había mejores profesores, mejor equipo, mejores estudiantes y que hacían el trabajo con ¼ parte del presupuesto de la UPR.
Sin lugar a dudas algunas privadas han hecho grandes avances, particularmente aquellas que en sus ofrecimientos incluyen programas graduados. Sin embargo, la gran mayoría de los departamentos son pequeños y parte de los ofrecimientos graduados son ofrecidos por profesores de la UPR, que trabajan  a tiempo parcial.
De igual manera, hay una amplia representación de facultad de la UPR, en los comités de tesis, tanto a nivel de maestría como de doctorado. Sin este personal, muchos de los programas graduados en las privadas, particularmente en el área de ciencias, colapsarían.
Obviamente, que algunas de las privadas tienen que tener buen equipo a la par con los cursos graduados que ofrecen. Pero recintos como el de Humacao, en donde todos los programas de ciencia son a nivel de grado técnico o bachillerato, cuentan con laboratorios equipados con equipo sofisticado, (ej. microscopios electrónicos), que permiten a profesores y estudiantes hacer investigación de alto calibre y a tales efectos no tienen que envidiarle nada a las privadas.
En todos los recintos universitarios hay excelentes estudiantes. Sin embargo, la selección tanto a nivel sub-graduado como graduado es más rigurosa en la UPR. Un número considerable de los estudiantes diurnos,  a nivel sub-graduado, que hay en las escuelas privadas son estudiantes que no han sido aceptados en el sistema de la UPR. 
Las privadas pueden trabajar con presupuestos más pequeños, por varias razones. Entre estas: departamentos con poco personal (tienen una gran cantidad de contratos a tiempo parcial), sus profesores tienen una carga académica mayor que los de la UPR (y sobre el promedio de los EUA), los salarios de los profesores son mucho más bajos que los de un maestro de escuela superior en los EUA, contratan la gran mayoría de los servicios y tienen menor duplicidad de trabajo administrativo que los recintos grandes de la UPR.    


Once recintos, una UPR
Columna escrita por Michelle Gotay Morales en el periódico El Nuevo Día del miércoles, 14 de diciembre de 2016

La educación es el arma más potente para cambiar el mundo (Nelson Mandela).
Con la creación de la Universidad de Puerto Rico el jueves, 12 de marzo de 1903, nuestra Isla emprende el proyecto de educación superior más prestigioso hasta hoy día. Esto es así porque durante el año en curso el Recinto de Mayagüez logró colocarse entre las mejores 1,000 universidades a nivel mundial, según el Center for World University Rankings. Mientras, la UPR como institución logró posicionarse en el puesto 59 de 526 universidades iberoamericanas, establecido por el Ranking Iberoamericano, debido a su excelencia académica, no obstante esa posición alcanzada debe producir un estímulo adicional en la Universidad. 

Consiste en promover con ahínco la investigación, pero no solo la docente, sino también la estudiantil. De esa manera, la producción intelectual de la juventud emprendedora será conocida con igual importancia y pertinencia que la docente a través de publicaciones en revistas académicas, pertenecientes a los once recintos universitarios y sus respectivas facultades y escuelas, y, a su vez, se den a conocer en el exterior. 

En el mundo competitivo actual, tener la oportunidad de publicar investigaciones en revistas académicas y libros siendo estudiantes puede ser la llave que posibilite ingresar a una escuela graduada de los once recintos e incluso posteriormente integrarse al claustro de la Universidad de Puerto Rico o fuera del país. Además, el Estado debe mejorar la disponibilidad de becas para los/as estudiantes graduados/as.    

Sus acervos bibliotecarios son imprescindibles y de incalculable valor, y pueden aportar nuevos horizontes investigativos. De ahí, la importancia de preservar las colecciones bibliotecarias de los recintos e impulsar una mayor diseminación de conocimiento con investigaciones noveles y de envergadura a través de revistas académicas y la Editorial, que aquilatan el buen nombre de quien la escribe y de la institución. También debe fomentarse más la importancia educativa, social y cultural que provee el presentar sus investigaciones o proyectos artísticos en conferencias y simposios o exhibiciones tanto locales como internacionales. La investigación académica y artística, y su cultura enaltecen el prestigio de nuestra Universidad glocalmente y, por ende, deben ser prioritarias su promoción y respaldo aún en medio de grandes crisis fiscales y económicas.   

Otro asunto acuciante es su plan académico y su proyección nacional, las que deben valorar con igual importancia tanto a las facultades y escuelas con una visibilidad en su rentabilidad, las ciencias, las ciencias ambientales y las ciencias ecológicas aplicadas y la administración de empresas, entre otras, como aquellas con una invisibilidad en su productividad, como es el caso de las humanidades, entre otras. 

Un ejemplo reciente de intentar hacer del Recinto de Río Piedras uno mercantil, fue cuando al Departamento de Estudios Hispánicos, uno de los más longevos y reconocidos, fuera puesto “en pausa” en 2011, mientras a otros los pusieron en una lista para tomar acción sobre ellos después. Una reflexión atinada sobre la literatura y el poder la hizo la primera directora del Programa de Estudios de la Mujer y Género Mara Negrón Marrero en medio de la más reciente huelga universitaria durante su segundo año consecutivo en 2011, y dice así: “Constato una gran distancia entre lo que enseño y lo que hacen y dicen las instancias de poder que ostentan los cargos más importantes del país”. Se me hace urgente hacer constar que todas las facultades y escuelas de la Universidad de Puerto Rico acrecientan por igual su brillo y brío con investigaciones, presentaciones o exhibiciones.    

En adición, la educación de los once recintos debe ser como la profesada por el educador brasilero Paulo Freire, “La educación debe ejercer la libertad y la creatividad” y debe además estar edificada “sobre cimientos de verdad y sobre bases de bien”, según manifestara el educador puertorriqueño Eugenio María de Hostos y Bonilla. 

La UPR no sin retos tiene de frente un futuro esperanzador. 

Tuesday, December 13, 2016

La Universidad como eje social y económico


Editorial periódico El Nuevo Día del martes, 13 de diciembre de 2016 tomado del enlace http://www.elnuevodia.com/opinion/editoriales/launiversidadcomoejesocialyeconomico-editorial-2271541/

De los retos surgen las oportunidades y la Universidad de Puerto Rico, que pasa a ser monitoreada directamente por la Junta de Supervisión Fiscal a causa de la estrechez fiscal que afecta también al centro de enseñanza, tiene la ocasión, y el deber, de convertirse en eje del diseño social y económico de Puerto Rico.

En ese sentido, la dificultad deficitaria en que se halla la UPR y la coyuntura de posibles mermas adicionales en sus ingresos, en lugar de convertirse en pantanos de desasosiego, deben verse como la gran oportunidad para evaluar la estructura administrativa, científica y docente hasta convertirla en el centro educativo que responda exitosamente a estos tiempos retadores.

Abrazar esa encomienda conlleva revisar y reorganizar los programas académicos y los 11 recintos, a base de las necesidades educativas y de investigación del País, y a la luz de la aspiración socioeconómica hacia la cual el pueblo puertorriqueño tiene que moverse.

También implica transparencia, controles financieros y rendición de cuentas administrativas y académicas; definición de las funciones de los distintos componentes de la comunidad universitaria; ajustes financieros que armonicen la justicia social con la realidad fiscal universitaria; procesos fundamentados en el sistema de méritos; y la innovación y apertura a tendencias y conocimientos enriquecedores.

Sin duda, la universidad pública -entre cuyas misiones está formar a alumnos de bajos recursos- es esencial para el éxito del proyecto de reconstrucción económica y social de Puerto Rico. En ese camino, la UPR ha desempeñado un papel vigoroso en el pasado, especialmente en tiempos similares a los que ahora se enfrentan. Adecuarse a la presente realidad es su encomienda ahora.

Desde la perspectiva de su estructura administrativa, la dirección del centro docente tiene la oportunidad de confrontar la abultada burocracia, incluyendo la proliferación de comités y grupos duplicadores de funciones y esfuerzos. Es necesario analizar la justificación de los objetivos y programas de los 11 recintos que sirven a más de 30,000 estudiantes, teniendo en cuenta las circunstancias demográficas de las regiones para asegurar que no se afectan las oportunidades educativas de poblaciones en desventaja.

Esencial en esa evaluación -iniciada por la administración central- es conocer la experiencia y los resultados de los 500 programas académicos existentes, de suerte que se considere su consolidación o el reenfoque de una oferta docente que haya perdido su pertinencia, de ello ser beneficioso para la universidad y los estudiantes.

Transmitir saber científico y artístico para ponerlo al servicio de investigadores, estudiantes, profesores y el pueblo, y contribuir al cultivo de los más altos valores estéticos y éticos de la vida puertorriqueña son misiones trascendentales de la Universidad del Estado. Son imprescindibles los procesos regidos por la honestidad intelectual y operacional, para así servir de ejemplo a todos sus egresados, quienes son los llamados a poner al servicio de su pueblo los conocimientos y las destrezas adquiridos en su alma mater.

Como ocurre con todas las entidades públicas, la Universidad de Puerto Rico -aun con su peculiar y vital misión de formar generaciones de puertorriqueños hábiles para adelantar nuestra sociedad- también tiene que ajustar todos sus recursos para cumplir con sabiduría la parte que le corresponde en el camino de la superación colectiva.

En este serio y desafiante lapso que vive Puerto Rico, la Universidad del Estado puede aprovechar la riqueza creativa de su comunidad como modelo de excelencia de superación.

Es un hecho que la UPR ha sido esencial en el desarrollo de Puerto Rico. Lo que necesita ahora es reinventarse para volver a encaminar a su gente. Con ello contamos.

Monday, December 12, 2016

En marcha el plan de reducción de gastos en la UPR

Tomado del periódico El Nuevo Día del 12 de diciembre de 2016 en las páginas 3-4. Derechos de autor  de Joanisabel González 

Un déficit de $1,640 millones, pérdidas operacionales y la amenaza de más recortes por la crisis fiscal obligan a repensar la oferta académica



La UPR adeuda unos $596 millones a largo plazo, incluyendo la deuda de Plaza Universitaria. (GFR Media)

La administración central de la Universidad de Puerto Rico (UPR) trabaja en un estudio acerca de sus 500 programas académicos con miras a consolidar o eliminar aquella oferta que ya no es pertinente y ha puesto en marcha un plan de reducción de gastos en sus 11 recintos.

En entrevista con El Nuevo Día, el director de Finanzas de la UPR, Norberto González Pérez, y el síndico Juan Acosta Reboyras dijeron que el plan de ajuste responde a la posibilidad de que el centro docente experimente recortes adicionales como secuela del proceso de ajuste que impulsa la Junta de Supervisión Fiscal (JSF).

En tanto, la presidenta interina de la UPR, Celeste Freytes, sostuvo que pese a la estrecha situación financiera, la principal institución universitaria cumple con su cometido. “Hemos podido continuar hasta la fecha, ofreciendo una educación de excelencia y una interacción de conocimiento con el resto del mundo”, dijo Freytes. “Tenemos investigadores en Vietnam, Sudamérica, Sudáfrica, en toda España. Pecamos de no decirlo, pero la UPR aporta un conocimiento de primera, especializado y puntual”, prosiguió Freytes.

La oferta académica
Ese nivel de desempeño y el énfasis en el ramo de la investigación, lo que según Freytes requiere recursos porque la atracción de capital intelectual es un ejercicio costoso, pone a la UPR en una posición complicada, debido a su dependencia financiera al Fondo General, su estructura organizativa y el perfil del estudiantado.

A preguntas de El Nuevo Día acerca del análisis de la oferta académica y cuándo podría comenzar a implementarse, Freytes indicó que las sesiones de diálogo con los diversos recintos concluyeron hace aproximadamente un mes. El documento con recomendaciones se dejará ante la consideración de la siguiente presidencia. Freytes no indicó qué programas académicos podrían consolidarse o eliminarse, pero subrayó que el análisis no es exclusivamente un ejercicio de dólares y centavos. “Vemos opciones de programas conjuntos, hay que hacer análisis de cuán cerca están esos programas, si están acreditados”.

Cierre de recintos
“No estoy tan segura (que cerrar recintos) sea la prioridad. Para cerrar un recinto hay que hacer un estudio para conocer el impacto de ese cierre, qué hacemos con el recinto, a quién se lo vendemos... Hay que hacer un balance”, dijo Freytes.



A manera de ejemplo, Acosta Reboyras indicó que cuando se habla de eliminar recintos, con frecuencia surge el de Utuado, que opera con un presupuesto de $16 millones. “¿Qué son $16 millones en un presupuesto de $1,500 millones? El plan médico de la universidad representa $80 millones. Puedes decir que sería un ahorro el cierre de ese recinto, pero sin embargo en el caso del recinto de Utuado, creo que representa la espina dorsal de la economía de ese municipio y de esa zona”, dijo Acosta Reboyras.


Lo mismo se dice del recinto de Carolina por su cercanía con el recinto de Río Piedras. No obstante, Freytes indicó que la discusión en torno al recinto en la llamada Tierra de Gigantes cobra otro giro tan pronto se conoce que allí opera la Escuela de Administración de Hoteles y Restaurantes. Esta es la primera en la Isla en conceder un grado de bachiller en el ramo y en lograr la acreditación por parte de la entidad competente en toda América Latina y el Caribe.

Pujas internas
Al interior de la UPR, y de tiempo en tiempo, surgen voces dirigidas a fragmentar el sistema como solución al lío financiero. La comunidad universitaria del recinto de Mayagüez, por ejemplo, ha abogado por “independizarse” del resto del sistema. Lo mismo se ha dicho del Recinto de Ciencias Médicas (RCM), la unidad del sistema que más ingresos propios genera y que contribuye a la financiación de los demás recintos.

Ahora, según Freytes, integrantes de la comunidad universitaria del recinto de Río Piedras discuten la probabilidad de una nueva enmienda a la Ley de la UPR, lo que implicaría el tercer cambio a la estructura del sistema universitario en menos de dos décadas.“Esto no hace nada de bien... es violento recibir información de un cambio de gobierno y una nueva ley. Cambiar la composición de la junta sería el tercer cambio legislativo. Es una violencia para la institución que no puede continuar y esto ya ha sido un mensaje de las agencias acreditadoras externas a la institución”, dijo Freytes.

La mal llamada autonomía
De acuerdo con González Pérez, el principal centro docente de Puerto Rico necesita racionalizar sus procedimientos internos y reglamentarios, algo que no siempre es factible porque se parte de la premisa de la autonomía de los recintos. “Son cambios difíciles de lograr por muchas ataduras y reglamentos, aunque esos cambios sean buenos”, aceptó González Pérez. “También hay un tema de continuidad. Hay cambios gerenciales cada cuatro años y, a veces, los cambios en los departamentos y facultades son más cortos. Eso hace que los proyectos que se trabajan por uno o dos años, se atrasen o se dejen”.

Acosta Reboyras coincidió. A manera de ejemplo, el contador público indicó que la UPR podría realizar una subasta conjunta para la compra de vehículos de todas las unidades del sistema, pero no se hace.

En los procesos de matrícula, famosos por las largas filas o la poca disponibilidad de cursos, cada recinto tiene su propio sistema. Según el contador público, desde hace un tiempo el recinto mayagüezano tiene un proceso de matrícula automatizado, pero no ha sido hasta ahora que el programa se hará disponible al resto del sistema. El proceso de implementar la tecnología uniforme tomará al menos un año, se indicó.

Para procurar el mejor uso de recursos, la Administración Central también ha establecido un proceso de vistas presupuestarias para que cada recinto justifique la asignación que recibe y ha buscado uniformar los procesos de finanzas, un asunto que ha levantado ronchas, según fuentes de este diario.

La amenaza de la Junta
Ahora, según Acosta Reboyras, el temor de que la JSF proceda con un recorte adicional en la fórmula de la UPR parece sentar las condiciones para que se produzcan los cambios operacionales que deberían contribuir al mejor funcionamiento de la institución. 

Según Acosta Reboyras y González Pérez, el plan fiscal que el gobierno presentó a la JSF considera que la fórmula de la UPR continuará congelada por otros 10 años y a la fecha, el ente supervisor, que le designó como una entidad cubierta bajo PROMESA, no se ha comunicado con la institución.
Ante la circunstancia, la administración creó una reserva de $50 millones y el año pasado, cuando Hacienda se atrasó en el envío de las remesas hasta acumular un balance de $100 millones y se produjo la congelación de $91 millones en depósitos de la UPR en el Banco Gubernamental de Fomento (BGF), González Pérez procedió con una estrategia de congelación de gastos, algo que, según fuentes de este diario, causó molestias.

Amarrarse el cinto, sin embargo, resultó en un sobrante de unos $30 millones. Ahora, dado que la UPR no puede acudir a los mercados para levantar capital, esa partida se utilizará para financiar el programa de mantenimiento y mejoras permanentes.

Un déficit de $1,640 millones
La UPR terminó el año fiscal 2015 con un déficit de $1,640 millones. La brecha se produjo como resultado de la aplicación del estándar de contabilidad (GASB-68) y que requiere a las entidades de gobierno incluir en sus obligaciones, la deuda de pensiones con sus empleados. En el caso de la UPR, el GASB-68 le supuso un ajuste negativo de $2,237 millones.

“La Universidad ha tenido pérdidas operacionales significativas y recurrentes y es altamente dependiente de las asignaciones del Gobierno central para financiar sus operaciones e históricamente, ha descansado en el BGF para liquidez y soporte financiero”, reza el informe de la UPR auditado por la firma Ernst & Young y en el que se cuestiona la viabilidad futura de la institución.

De acuerdo con Acosta Reboyras, aún si se intentaran reconfigurar las partidas de ingreso de la institución para frenar la dependencia al fisco puertorriqueño, eso no será factible en el corto plazo.
“Todos queremos soluciones mágicas, pero eso no es una solución cuando la mayor parte del presupuesto operacional viene del Fondo General. ¿Cómo se sustituye esa fuente de ingreso? Eso no se va a lograr de un día para otro”, dijo Acosta Reboyras.

De acuerdo con Acosta Reboyras y González Pérez, la UPR contempló en su presupuesto el pago de la deuda pública, pero las aportaciones a los fondos de reserva se suspendieron por la Ley de Moratoria.

La UPR adeuda unos $596 millones a largo plazo, incluyendo la deuda de Plaza Universitaria.
“La Universidad, si la miras como un ente separado, tiene capacidad de pago. Si se mira como parte de la deuda total, entraría en el proceso de negociación”, dijo Acosta Reboyras.

“Pero si tenemos que entregar la fórmula, eso será otra cosa”, agregó González Pérez.


Friday, December 2, 2016

La UPR como epicentro

Reproducimos la columna de María de Lourdes Lara del 2 de diciembre del 2017 publicada en el periódico El Nuevo Día y en su versión digital en la dirección http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/lauprcomoepicentro-columna-2268173/


Hace dos años escribí una columna parecida a esta. Hace dos años conté por primera vez la historia de cómo la hija de un carpintero y una trabajadora doméstica logró llegar a la Universidad de Puerto Rico y hacerse de un doctorado. Hace dos años, una niña en extrema pobreza, sin posibilidad de progresar y lograr movilidad social alguna, fue rescatada y acogida por profesoras y programas que le permitieron lo que la Middle States Association y el Plan Estratégico 2017-2021 describen como “Éxito Estudiantil”.

Lograr el éxito estudiantil supone proveerle al estudiantado las condiciones, servicios y competencias para acceder a la universidad, permanecer en ella hasta completar un grado o profesión; que luego le permita salir a su comunidad a trabajar y lograr sus aspiraciones ciudadanas y profesionales; y ser una persona de bien, que trabaja para el bien común.

Dos años después de contar esa historia, formo parte de ese ejército de soñadores, como diría el Subcomandante Marcos, que sale todos los días a buscar esos cientos, miles, millones de pobres que aspiran y luchan por llegar a la universidad y burlar su destino: el de jamás salir de la pobreza, el de nacer y seguir siendo empobrecidos.

Esa condición que cada gobierno y cada sociedad determina para ellos y ellas, aunque le vendan el sueño del “you can if you wish”.

Como dije hace dos años, la universidad no está hecha para los pobres. Aunque parte de su misión reza que “debe desarrollar cabalmente la riqueza intelectual y espiritual latente en nuestra gente para que la inteligencia y el espíritu de esos individuos excepcionales que surgen en todas las esferas sociales, especialmente aquellos menos favorecidos económicamente, se puedan poner al servicio de la comunidad puertorriqueña”, su práctica y algunos de los agentes que se asignan para gobernarla, la anulan e imposibilitan.

Demasiada politiquería, demasiada burocracia y demasiados intereses mezquinos se entrometen para entorpecer su trabajo. Aun así, miles de trabajadores y trabajadoras logran saltar obstáculos de todo tipo para hacerla la mejor universidad de Puerto Rico y el Caribe.

Podría ser de las mejores de América Latina y por qué no, de las mejores del mundo. Tiene el potencial en sus gremios y de hecho lo es en muchas de sus disciplinas. Pero el entrometimiento de quien nunca debe pisar ese espacio llega todos los días a busconear el contratito y el proyectito, pensando que lo va a sacar de su pobreza intelectual y espiritual. ¿Se imaginan si la dejamos tranquila haciendo lo que es, lo que sabe, lo que puede hacer por Puerto Rico? ¡Podría sacarnos de nuestra estructural pobreza para gestar lo común!

A veces ocurre un “milagro”, decía el sociólogo Pierre Bourdieu, que cambia el habitus de ese ciudadano y le permite a un pobre entrar en otro círculo, otra clase social, otra posibilidad de vida: un joven es becado, acompañado, le curan las heridas de la violencia institucional de la pobreza y facilitan su inserción en un laboratorio de biología, en un teatro, en la historia de otros mundos posibles o en la sabiduría acumulada de cinco mil años.

¿Qué tal si hacemos de casuales y casi accidentales milagros, la tarea diaria de este país para salir de la pobreza extrema económica, social, ambiental y familiar? ¿Qué tal si, deliberadamente, conspiramos para el bien, para que sea la Universidad de Puerto Rico la que geste lo común y nos garantice un país de jóvenes que logran el éxito estudiantil, su transformación y el desarrollo de nuestra sociedad?

Si estamos de acuerdo, respetemos su autonomía.