Friday, May 29, 2020

Un regreso a clases sin contagios


La pandemia del COVID-19 nubló muchos aspectos de la vida social puertorriqueña, no así a la ineficacia de instituciones con poco o nada de dominio de la tecnología. La pandemia destapó realidades. El escrito del pasado domingo de Keila López Alicea en este rotativo nos hizo reflexionar sobre los planes para continuar las clases en agosto 2020.
La ecuación se completa con el campo educativo. Con la pandemia hubo que cambiar de presencial a remoto en un dos por tres. Hasta la forma de establecer procesos administrativos sufrió la transición. 
Hemos observado y evaluado los protocolos gubernamentales y las recomendaciones de las agencias que velan por la salud, que entendemos se quedan cortos para atender otros aspectos. Ante ello, según nuestro juicio, presentamos un elemento a considerarse previo a un regreso a clases sin contagios, del Estado autorizar una apertura de clases presenciales. Nos referimos a la salud comunitaria del estudiantado, el personal docente y administrativo de las instituciones. 
Previo a recibirles, las instituciones tienen que proceder con la desinfección de salones, bibliotecas, oficinas, baños, salas de facultad, baños, entre otros. El Estado sigue considerando dejar abiertas las puertas del regreso a labores educativas para agosto 2020. No obstante, no necesariamente significa que el virus esté eliminado. Los científicos en el mundo aún no han creado una vacuna para evitar o eliminar el contagio de las personas por el coronavirus. Significa que, en cualquier momento, puede estar presente en los lugares donde el aislamiento social es mínimo y son focos de metástasis viral. Eso nos lleva a los expertos en medicina.   
Adicional al COVID-19, la facultad médica internacional ha establecido que el dengue, la influenza, el H1N1 y otros están por el vecindario. Médicos como Antonia Coello de Novello han establecido que, en el caso del coronavirus, podría estar presente en el ambiente hasta marzo 2021. Ante ello, con suma responsabilidad social, las instituciones tienen que ir en un proceso de limpieza para evitar que sus clientes o personal lleguen a sus puestos de empleo contaminados con cualesquiera de los mencionados. La consecuencia podría ser crear un brote mayor de la pandemia. Esto puede resolverse con la fumigación en masa de los espacios.
Los mosquitos representan la causa de transmisión principal de los mencionados. Distinto al COVID-19, en este caso se conoce la razón y puede ser tratada con fumigación masiva. Es un hecho que durante los meses de agosto hasta octubre aumenta la presencia del insecto transmisor por ser la época de lluvia en Puerto Rico. Desconocer este dato es injustificable ante lo obvio en aspecto natural: vivimos en el trópico. Esto nos lleva a otra variable a tomar en consideración: el clima.
La humedad atmosférica está presente siempre por el clima de nuestra Isla. Entrar a un espacio cerrado por varios meses implica la concentración de hongos y bacterias. Imaginemos oficinas y salones incubadores de bacterias y hongos, sin ventilación constante por poseer los “screens” plásticos desde marzo 2019. Este factor impediría un ambiente saludable de trabajo o estudio. Si es en el periodo no lectivo (vacaciones) y al regresar en agosto aumenta la presencia de hongos durante las experiencias del pasado, ¿qué esperamos desde el cierre de espacios en el primer tercio del año? Esto sin contar con los visitantes constantes por la naturaleza: las sabandijas.
Es un hecho que el reino animal ha estado recuperando espacio que los humanos les invadimos hace un buen tiempo. Aves, mamíferos, peces y reptiles se vieron en diferentes lugares. Incluso algunos que parecían estar extintos, o en peligro de extinción, resurgen. Los roedores y reptiles comunes también rescatan sus espacios. Recordemos que el contacto de la orina de ratones es causa de leptospirosis. La excreta de cucarachas también causa enfermedades en humanos. Esto sin pensar en culebras que escapan de las cuevas porque se les inundan. Lo mencionado tiene efectos en la salud física y mental, en quienes padecen de fobia a algunos de los mencionados. 
Tomando en consideración que el regreso a clases en Puerto Rico implica la presencia de más de medio millón de personas (incluyendo todos los niveles educativos de preescolar, elemental, secundaria, postsecundaria y universitaria), es responsabilidad inmediata de patronos escolares y universitarios velar por la salud física y mental de todo ser humano en sus espacios educativos. 
Las instituciones educativas deben ir separando las partidas para atender cada aspecto mencionado. Esta vez el aviso llega con mucho tiempo de preparación. Contrario a marzo de 2020, tienen que tomar las medidas para asegurar un regreso a clases libre de contagios o enfermedades. 

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Monday, May 11, 2020

El reto de la educación a distancia en Puerto Rico

Por Nelson Arnaldo Vera Hernández, publicado en el rotativo El Nuevo Día digital del 11 de mayo de 2020 disponible en el enlace siguiente



El pasado marzo, la mayoría de las actividades académicas en Puerto Rico entraron a una transición de cursos presenciales a remotos, debido al distanciamiento social impuesto como protección contra la pandemia del COVID-19.
El proceso fue atropellado porque más del 90% del sistema educativo en la isla se ha mantenido en la educación tradicional del contacto directo en el salón de clases.
Inmediatamente expertos en la educación se expresaron sobre esta modalidad en todos los medios conocidos. Talleres, sugerencias, orientaciones fueron presentadas ante las críticas a esta forma educativa.
Este ensayo busca reflexionar sobre los diferentes elementos recién expuestos públicamente sobre este tema. Se busca comprender cada posición, para entender cómo debe ser un buen programa educativo remoto. Las variables reflexivas son los docentes, el estudiantado, los recursos, las plataformas académicas, conocimiento en informática, los servicios de conexión, las teorías educativas, entre otros. 
El recurso humano del salón de clases confrontó una dura realidad: la educación presencial es distinta a la educación a distancia. Colegas educadores de todos los niveles poseen las destrezas necesarias para llevar un proceso educativo de excelencia en los salones de clases. No obstante, la forma de educar remota requiere de otras competencias básicas. 
Podemos tener talleres y certificaciones en tipos de plataformas, aplicaciones o recursos remotos. No obstante, lo meritorio es una certificación profesional de educador a distancia. Es un elemento requerido por agencias acreditadoras para poder aprobar programas académicos. El proceso de transición a remota demostró que ese tipo de educador es escaso en Puerto Rico. De hecho, hasta las propias instituciones reconocen esa limitación en un mundo digital. Por ello, algunas universidades limitan su oferta a muy pocos cursos a distancia.
Todo el estudiantado no estaba preparado para la inmediatez del cambio. Para una educación presencial el estudiantado se prepara con los recursos tradicionales y sigue una guía diseñada por el docente del curso. Es un proceso basado en un plan de trabajo. Pero la educación a distancia responde a un estudiantado autodidacta, que requiere pocas instrucciones para enfrentar todo el proceso educativo. Hay quien señala que la mayor parte del estudiantado en Puerto Rico carece de destrezas de autoestudio y que eso propicia el plagio de escritos. 
Otro componente que perturbó por la transición fue los recursos tecnológicos de las instituciones. Las instituciones educativas poseían servidores para una capacidad en particular debido a la cantidad limitada de cursos o programas a distancia. Esta capacidad era incompatible con la avalancha de consumidores, servicios universitarios y las responsabilidades administrativas de las instituciones. Recordemos que además de los cursos remotos, los otros componentes académicos también tuvieron que entrar en transición.
Lo próximo son las plataformas académicas. Classroom, Moodle, Canvas y Blackboard son algunas de las utilizadas por las instituciones. Cada día de la cuarentena aparecieron y fueron recomendadas múltiples plataformas académicas de uso académico. Recordemos que las plataformas educativas responden a un servicio en particular y quien recibe los servicios educativos, adopta la más cómoda, amigable y simple para atender sus necesidades. La cantidad de estudiantado expresándose en contra de las plataformas utilizadas es muestra de que las instituciones no deben limitarse a una en particular.  Ante ello optaron por otros medios.    
Los medios reflejaban las deficiencias de conocimiento en informática por parte de educadores y estudiantado. Muchas personas pensaban que brindar cursos a distancia era similar a emitir comentarios en las plataformas sociales como Facebook, comunicación por la aplicación Whatsapp o a través del móvil personal. Incluso hubo instituciones educativas privadas y públicas que mencionaron que la forma de comunicación para las clases sería a través de una de las mencionadas. Fue poco el análisis sobre cuán efectiva sería estos mecanismos y sin contar los servicios de conexión.
Estos servicios de conexión son otro elemento en la ecuación. La cantidad de comentarios en los espacios para ello tuvieron un ascenso incalculable. Algunos de los observados iban dirigidos a que la banda que poseían estaba fuera de los requerimientos para las plataformas o mecanismos digitales. Hubo instituciones que partieron del supuesto que la transición sería cómoda porque “todo el mundo tiene internet”. A nuestro juicio, es un error concluir sin poseer todos los elementos de juicio. Eso lo indican las teorías de investigación y educativas.        
Las teorías educativas son muchas, incluyendo las relacionadas a la educación en línea. Van desde el cupo máximo del grupo en clase hasta la forma y mecanismos de emitir el pan de la enseñanza. Algunas instituciones partieron del poco conocimiento sobre sus docentes y estudiantado para entrar en la transición. Este es el caso de grupos con 30 estudiantes o más, cuando la teoría educativa a distancia recomienda 15 o menos. También que existen cursos propicios para la educación a distancia, pero otros no. Ejemplo de ello son los cursos de prácticas o laboratorios.    
No hay certeza de cuánto durará la pandemia. Ante ello, las instituciones educativas en todos los niveles deben considerar la experiencia de los pasados meses. Buscar una transición obviando los elementos discutidos, pudiera resultar en bajar la calidad educativa de todos los componentes asociados a la educación. Eso es hacer poco por el país en el momento y el futuro. Recordemos el dicho cultural “vísteme despacio que voy de prisa”.