Tuesday, December 13, 2016

La Universidad como eje social y económico


Editorial periódico El Nuevo Día del martes, 13 de diciembre de 2016 tomado del enlace http://www.elnuevodia.com/opinion/editoriales/launiversidadcomoejesocialyeconomico-editorial-2271541/

De los retos surgen las oportunidades y la Universidad de Puerto Rico, que pasa a ser monitoreada directamente por la Junta de Supervisión Fiscal a causa de la estrechez fiscal que afecta también al centro de enseñanza, tiene la ocasión, y el deber, de convertirse en eje del diseño social y económico de Puerto Rico.

En ese sentido, la dificultad deficitaria en que se halla la UPR y la coyuntura de posibles mermas adicionales en sus ingresos, en lugar de convertirse en pantanos de desasosiego, deben verse como la gran oportunidad para evaluar la estructura administrativa, científica y docente hasta convertirla en el centro educativo que responda exitosamente a estos tiempos retadores.

Abrazar esa encomienda conlleva revisar y reorganizar los programas académicos y los 11 recintos, a base de las necesidades educativas y de investigación del País, y a la luz de la aspiración socioeconómica hacia la cual el pueblo puertorriqueño tiene que moverse.

También implica transparencia, controles financieros y rendición de cuentas administrativas y académicas; definición de las funciones de los distintos componentes de la comunidad universitaria; ajustes financieros que armonicen la justicia social con la realidad fiscal universitaria; procesos fundamentados en el sistema de méritos; y la innovación y apertura a tendencias y conocimientos enriquecedores.

Sin duda, la universidad pública -entre cuyas misiones está formar a alumnos de bajos recursos- es esencial para el éxito del proyecto de reconstrucción económica y social de Puerto Rico. En ese camino, la UPR ha desempeñado un papel vigoroso en el pasado, especialmente en tiempos similares a los que ahora se enfrentan. Adecuarse a la presente realidad es su encomienda ahora.

Desde la perspectiva de su estructura administrativa, la dirección del centro docente tiene la oportunidad de confrontar la abultada burocracia, incluyendo la proliferación de comités y grupos duplicadores de funciones y esfuerzos. Es necesario analizar la justificación de los objetivos y programas de los 11 recintos que sirven a más de 30,000 estudiantes, teniendo en cuenta las circunstancias demográficas de las regiones para asegurar que no se afectan las oportunidades educativas de poblaciones en desventaja.

Esencial en esa evaluación -iniciada por la administración central- es conocer la experiencia y los resultados de los 500 programas académicos existentes, de suerte que se considere su consolidación o el reenfoque de una oferta docente que haya perdido su pertinencia, de ello ser beneficioso para la universidad y los estudiantes.

Transmitir saber científico y artístico para ponerlo al servicio de investigadores, estudiantes, profesores y el pueblo, y contribuir al cultivo de los más altos valores estéticos y éticos de la vida puertorriqueña son misiones trascendentales de la Universidad del Estado. Son imprescindibles los procesos regidos por la honestidad intelectual y operacional, para así servir de ejemplo a todos sus egresados, quienes son los llamados a poner al servicio de su pueblo los conocimientos y las destrezas adquiridos en su alma mater.

Como ocurre con todas las entidades públicas, la Universidad de Puerto Rico -aun con su peculiar y vital misión de formar generaciones de puertorriqueños hábiles para adelantar nuestra sociedad- también tiene que ajustar todos sus recursos para cumplir con sabiduría la parte que le corresponde en el camino de la superación colectiva.

En este serio y desafiante lapso que vive Puerto Rico, la Universidad del Estado puede aprovechar la riqueza creativa de su comunidad como modelo de excelencia de superación.

Es un hecho que la UPR ha sido esencial en el desarrollo de Puerto Rico. Lo que necesita ahora es reinventarse para volver a encaminar a su gente. Con ello contamos.

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