Publicado en el rotativo digital La Isla Oeste el lunes 6 de diciembre de 2021 disponible en su versión original en el enlace https://laislaoeste.com/sociedad-de-ilusiones/.
En las últimas semanas estamos llegando a una idea frustrante
sobre la sociedad puertorriqueña. Ha pasado largo tiempo que terminamos
nuestros estudios en sociología y veíamos un futuro prometedor en la sociedad
boricua. No obstante, al parecer caímos en lo que son las ilusiones y la
fantasía. Bueno, todo por las observaciones constantes en nuestro alrededor
social. Esta premisa es la que nos proporciona el wishfull thinking.
Este concepto se tiende a definir como la construcción
de ideas o creencias en la toma de decisiones partiendo de la propia creencia o
idea. Se omite completamente todo raciocinio y evidencia. Por ello está (en el
nombre del concepto) el vocablo “wishfull” o deseable. Se parte de resolver los
problemas o conflictos partiendo de las creencias o deseos y no de la realidad
observable. De hecho, estudios sobre este concepto tienden a demostrar que es
mínima la probabilidad de que los resultados ante los conflictos utilizando esta
forma de pensar sean positivos.
Aclaramos que existen profesionales en el campo de la psicología
que tienden a indicar que esa conducta es muy buena para las personas. No
obstante, hay mucha discusión ante la diversidad de resultados que coinciden
muy poco. De hecho, le llaman el “Efecto Pigmalión”.
Ahora bien, somos de los que piensan que, es mejor vivir
con los pies sobre la tierra que del mundo de la fantasía. Pudiera ser que para
algunos casos de individuos sea muy útil, no así cuando se convierte en un
comportamiento “normal” entre el grupo social.
Son tantos los ejemplos que poseemos a nuestro
alrededor que es como si se estuviera convirtiendo como norma en Puerto Rico,
sino está ya presente. Suponemos que quien está leyendo diga que somos pesimistas,
negativos, pájaro de mal agüero, como poco. Les comentamos que eso no quita en
nada observar lo que a simple vista no se puede ver.
Presentamos tres ejemplos observados comúnmente. El
primero lo vemos en estudiantes que carecen de destrezas básicas para
desarrollarse académicamente. Usualmente poseen de buenas destrezas de
memorización que al momento de aplicar o razonar se quedan muy cortos. Se le
puede brindar una prueba de definiciones y de etapas saliendo fabulosamente
bien. Obvio que las pruebas van dirigidas a “vaciar la botella” o como expresó
uno de nuestros estudiantes “vomitar conceptos”.
La cosa cambia al momento de aplicar estas definiciones.
Surge la incapacidad de aplicar el concepto en situaciones a su alrededor o tan
siquiera presentar un ejemplo. No se hable de razonar sobre el concepto. Frecuentemente
lo vemos cuando se les pide que lo visualicen en otra área de estudio y se
vuelve a trancar el juego. Comienzan a utilizar la misma definición memorizada,
pero sin la capacidad de razonarla. Nada es solo un ejemplo. Cuando llega el
momento de la prueba de aplicación o razonamiento sus resultados son pésimos y piden
explicaciones porque “no me merezco esa nota porque yo me sé el material”.
En otros ambientes el resultado es el mismo. La
persona que se compra un vehículo de motor categorizado como lujoso, asiste a
restaurantes cuyo precio de los comestibles es dos o tres veces mayor que en
otros o incluso cuando alardea de lo que va a hacer en el futuro. De hecho, por
eso es que comienza a darse esa vida partiendo del supuesto de algo en el
futuro. La realidad es que parte que con ello ya se ha convertido en su
ilusión.
No crea. Esto también ocurre con profesionales que
poseen títulos universitarios como licenciaturas, doctorados, entre muchos.
Esas personas que, por el hecho que poseen unas letras previo al nombre de
pila, ya creen que dominan el mundo alrededor. La realidad es que parten de que
esas letras previo al nombre, le hacen ser quienes quieren ser. Por ello
constantemente tiene que sacar las letras previo al nombre.
A lo mejor estamos errados desde hace mucho tiempo
atrás por ser positivo hacia las demás personas. Pero, hemos estado partiendo
de la realidad y evidencia constante que hoy, nuestra reflexión nos dice, es
mejor partir de lo que tenemos y no de lo que no tenemos. Mi abuelo diría: “Más
vale pájaro en mano que cientos volando”.
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