Thursday, December 29, 2011

Las pantallas sociales

Artículo publicado en el periódico El Vocero, el jueves
29 de diciembre de 2011 en la página 35.

Pantalla tiende a ser definida de varias formas. Una de ellas es la que hace alusión a la parte frontal de los televisores donde se observan y presentan las imágenes transmitidas. En el cine se define como la tela en nilón donde se proyectan imágenes desde un aparato a distancia. En la joyería se tiende a definir como los artefactos que son colocados en las orejas, narices y otras partes del cuerpo. En sociología y otras ciencias sociales una pantalla está definida dentro de la teoría del interaccionismo simbólico como cualidades psíquicas y afectivas que condicionan el comportamiento y conducta de cada individuo y sociedad. Esta es la definición que cubre el objetivo de los próximos párrafos. Veamos algunos ejemplos.

Hay pantallas de gente que vive en el consumo conspicuo. Estas son las personas que se pasan comprando artículos y adquiriendo servicios con el solo propósito de dejarse notar. Estas personas les observas en las tiendas de celulares buscando “lo último en la avenida”. No pueden tener el tanque de gasolina lleno, porque no les sobre para ello. No obstante, se pasan constantemente en los conciertos que se presentan el coliseo, bellas artes y otros. Crean la pantalla de que las cosas están bien “chiling” aunque no tengan qué comer a diario. Por otro lado compran el auto que puede acelerar 60 millas en 10 segundos, con encendido por control remoto, puertas levadizas, televisión, cantina, sistemas de celular en la radio, “GPS” (aunque no sepan cómo rayos se usa) y el mejor brillo de pintura. Claro no saben bien el español y mucho menos otro idioma, pero consumen para dejarse notar. La computadora que poseen son las últimas en la avenida aunque no sepan enviar un correo electrónico y creen que la máquina les hará el trabajo por ellos.

Seguimos con aquellos que dicen que te quieren, pero no es así. Viven en una novela de tratar de aparentar el amor que sale de sus venas y te lo dicen en esa misma forma. Te besan, aprietan, ríen de tus chistes y demás. Muy astutos en el desempeño de sus papeles. Muchas personas le creen el personaje hasta que el karma les revienta. Son los que cuando das la espalda, están hablando de ti. De esos el planeta está lleno. Lo triste es que todas las personas saben que verdaderamente no te quieren ni te aprecian. Sólo ellos viven la novela. Llegan a sus casas y en el silencio de la noche comienzan a escrudiñar, llamar y hacer comentarios llenos del látigo del desprecio y desamor. Toda es una pantalla y la realidad sale tarde o temprano. Esto nos llevan a la siguiente categoría.

Los que juegan a que tú creas que te aplauden y lo que hacen es criticar. Estas personas son muy diestros en sus palabras, gestos y comentarios delante de las personas. Juegan el mejor partido frente a espectadores creando la imagen de ser solidarios. Mientras ellos creen que tú les crees, se sienten muy poderosos. Lo que no sospechan es que ya le leíste sus verdaderos pensamientos. Entonces caen en su propia trampa. Le juegas a que crean que le crees. En esa tela de araña, se confunde un juego de escondidillas donde nadie busca la realidad. Incluso hay personas que creen que tú caíste en la red. Lo que no saben es que estabas claro desde el primer momento y se revierte el juego.

Otro ejemplar son los actores profesionales del teatro de la vida. Estos frente al público son una cosa y tras bastidores otra. Viven en una constante hipocresía. Se ríen de tus chistes, comen de tu plato, rezan en tu iglesia y participan de las actividades donde pueden hacer gala de sus dotes como actrices. Son tan buenos en el papel que puedes caer fácilmente frente a esta pantalla. Pero como es un teatro, cuando vas a buscarle el autógrafo detrás del escenario, ves quién es en verdad. La risa es por complacer, la comida porque no quieren gastar, van a la iglesia sólo para taparse y siempre tienen una excusa para tus actividades. ¡Wao, que buenos son!

Por último, están aquellos que te dan del ala para comer de la pechuga. Esos que dicen a tus familiares que van hacer (o hicieron) por el bien tuyo. La realidad es que estaban constantemente aprovechándose de tus atributos. Dicen “no te preocupes que le brindaré el empujón para que arranque”. Claro, con mucho menos que la persona más desconocida. También inventan cosas a las demás personas para que sepan que no mereces su apoyo y comentan que no les queda más remedio. Por otro lado, están los que no te reconocen y te marginan; pero a la hora de la verdad utilizan tu nombre para conseguir lo que desean. No eres nadie según ellos, pero cada vez que se les tranca el partido, hay que utilizarle. No te saludan en años, pero cuando te necesito uso tu nombre e influencias. Obvio, sin que lo sepas.

Este tipo de personas pueden burlar a los demás, pero no así mismos. Su inestabilidad y mezquindad emocional-profesional les hace morir de envidia interna. Recordemos que la envidia es el mejor tributo que le hace la mediocridad al talento. Pueden ser “profesionales” con doctorados, maestrías, bachilleratos, escuela secundaria, elemental o maternal. La realidad es que son incapaces que lo importante es definirles su pantalla social. Viven el momento, y cuando llegue el fin del mundo, se quedarán esperando porque otro les salve. No obstante, con esas características sólo ellos se lo creerán.

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