Saturday, June 13, 2020

El COVID-19 y las buenas lecciones de mis padres

Escrito en el rotativo El Nuevo Día en su versión digital en el enlace https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/elcovid19ylasbuenasleccionesdemispadres-columna-2575472/


Mi padre y madre han sido muy buenos maestros de la vida. Ambos estudiaron para servir como educadores de escuela: maestra de inglés y maestro de historia. No obstante, mi padre continuó en su vocación de policía. Hoy, reflexionando sobre la pandemia del COVID-19, estoy convencido de que todas las lecciones sociales impartidas a los cuatro hijos se focalizaban en el aspecto de la seguridad. 
El aseo personal fue vital. Todavía hoy día vivimos en la zona rural del municipio de Moca. Tradicionalmente los servicios de agua potable han sido escasos. Por ello, mi padre diseñó y construyó una cisterna de agua. Así que, de no haber servicio de acueductos, para mis hermanas y yo, bañarse a diario era norma familiar. Adicional a ello estaba el cepillado de dientes y el lavarse las manos después de trabajar o jugar. Con la pandemia continúa el mensaje público del aseo constante en la prensa escrita, radial y televisiva. 
También nuestra madre nos indicaba que había que lavar los comestibles, previo a utilizarlos o almacenarlos. Nunca imaginé cuando niño y adolescente, que esa “manía” de mi madre, hoy día es regla internacional para todo ser humano y una forma de evitar contagios. Sobre contagios, recuerdo cuando nos llevaban a las fiestas patronales. No hubo una fiesta en la plaza de Moca sin participar. Las trillas en las máquinas, el algodón de azúcar, el maní y la pizza de guagüita eran la norma. Pero fue interesante que siempre nos llevaron en horarios de poco público. Era raro que estuviéramos más allá de las nueve de la noche. La razón principal era evitar el conglomerado de mucha gente. Hoy día el Estado ha recomendado estar en espacios con poca gente. 
De hecho, otro aspecto importante en las fiestas era la paciencia. Teníamos que esperar por nuestro turno para las trillas. Esta paciencia también se ejecutaba en otras facetas de la vida, como los almuerzos en el comedor escolar, a que llegara la quincena para optar por unas compras, a que se pudieran adquirir las muñecas o juegos de temporada, entre otros. Hoy día con el COVID-19, fue primordial desarrollar paciencia para entrar a los supermercados, a que llegaran los pagos de transferencia del Estado, incluso para salir del hogar para lo necesario.  
Otra lección de infancia fue el saludo al encontrarnos con otra persona. Mi padre insistía que el saludo a un caballero era estirar y dar un buen apretón de manos. Cuando era una dama, se le hacía una expresión y, si la persona era muy conocida, el saludo de la mano sin apretarle. Hoy día la recomendación de saludar es sin contacto físico y menos con las manos. Me hace recordar la expresión de saludar con gesto de aprecio y amistad sin entrar al contacto.   
Una de las acciones a las que mayor resistencia tuve (y creo que mis hermanas también) era la de estar en la casa temprano en la noche. Me fue muy difícil porquela mayor parte de mis amistades estaban hasta la medianoche. Sin embargo, hoy día le agradezco a mis padres sobre ello. Me enseñaron (y supongo sin saberlo) que hoy día tendría que esperar que el Estado me enviara una notificación con alarma, media hora antes del toque de queda a las 7:00 de la tarde. De hecho, he estado en casa de mis padres y en tono de broma les digo “me voy antes que la gobe me mande para casa”. Ellos sonríen.
Economizar y empatía fueron de las dos cosas más aleccionadoras. Mi padre y madre siempre nos estuvieron haciendo constantemente el cuento de la cigarra y las hormigas. Mientras unas se pasaban guardando cosas para el invierno, la otra se pasaba perdiendo el tiempo. Interesante, que hoy día hay que economizar para evitar salir de la casa a cada instante. El mensaje público es de evitar salir a comprar de más, hacer una lista antes de ir al supermercado y otras cosas más.
La empatía la experimentamos mis hermanas y yo a cada instante. Mi madre y mi padre se pasaban en cada instante ayudando a las personas que necesitaban. Ayudas de ropa, comida, dinero, gestiones y hasta documentos. Este ejemplo de nuestros padres forma parte del modo de vida de mis hermanas y el propio. Lo importante es que los nueve nietos han aprendido sobre ello también. 
Las lecciones de Pacho y Nily en nuestra niñez han tenido un significado pertinente, oportuno y necesario para evitar contagios o, incluso, salvar la vida. Al día de hoy, ningún integrante de esta familia se ha contagiado o con algún síntoma de esta pandemia. A Dios gracias. Este año 2020 el día del padre y de la madre han sido muy especiales. Gracias a nuestros progenitores por las lecciones de infancia. 

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