Sunday, April 27, 2014

El futuro gobernador de Puerto Rico

Tomado el 27 de abril del 2014 del periódico El Nuevo Día en su versión electrónica en la dirección http://www.elnuevodia.com/blog-elfuturogobernadordepuertorico-1760743.html siendo su autor Benjamín Torres Gotay

En Puerto Rico hay hoy cerca de 253,000 niños y niñas menores de cinco años. Ahí está el futuro gobernador, el próximo Cheo Feliciano, el científico del mañana, el inventor de eso que todavía no sabemos qué necesitamos, el albañil, el pionero de un nuevo ritmo, el que recortará patios y llevará a pastar al ganado, el constructor de risas y de fortunas.
Pero también están el fabricante de viudas y huérfanos, el traficante de drogas, el desollador de esperanzas, el tirano, el que nos hará sentir pena y vergüenza, el que inyectará el dolor que nos atormentará día y noche.

De lo que hagamos nosotros hoy, no mañana, que será muy tarde, ni pasado, que lo será más todavía, sino hoy mismo, dependerá cuántos de esos 253,000 terminen en el primero o el segundo párrafo de este artículo.
Abundan los estudios que indican los grandes beneficios que tiene para un país atender de manera integral las necesidades de los niños y niñas en esos críticos primeros años de vida.

Mientras más temprano se detecte alguna deficiencia en el desarrollo, de aprendizaje, cognoscitiva o de adaptación, más grandes son las posibilidades de que ese niño pueda tener en el futuro una vida digna y no ser una carga para la sociedad.
Tírese una búsqueda en Google, pruebe y vea: es cosa ya aceptada y dilucidada a nivel mundial que incluso leerle a los niños cuando todavía no saben ni hablar, darles un ambiente social y educativo que les haga felices y atender de manera integral sus necesidades sociales y de salud reduce de manera muy notable las posibilidades de que en el futuro sean dependientes del estado, desempleados, antisociales o delincuentes.

James Heckman, un economista estadounidense que ganó el premio Nóbel de economía en el 2000, va más lejos aún. Dice que invertir en la niñez temprana reduce los déficits gubernamentales y mejora la economía de los países, pues niños bien atendidos desde su nacimiento suelen convertirse en ciudadanos más productivos y menos dependientes del Estado.
"La evidencia es bastante clara de que la desigualdad en el desarrollo de las capacidades humanas produce resultados sociales y económicos negativos que pueden y deben ser prevenidas invirtiendo en la educación de la niñez temprana, especialmente dirigida a los niños desfavorecidos y sus familias", dijo Heckman en un artículo publicado en el 2011 en la revista American Educator, de la Federación Americana de Maestros.

Es por eso que los países más avanzados del mundo, los más exitosos, tienen todos políticas de inversión en la niñez temprana.
En Puerto Rico, la mayoría de nuestros niños y niñas menores de cinco años está, como decimos acá, al garete. Es muy poco lo que se sabe de qué pasa con ellos antes de que lleguen a kinder a los cinco años, o a pre-kinder a los cuatro. En ese momento, para algunos puede ser muy tarde, considerando sobre todo lo bizantino e ineficiente de nuestro sistema de educación especial.

Antes de los tres años, la mayoría de nuestros niños y niñas están en centros de cuido donde generalmente reciben mucho amor y buenas atenciones, pero, más allá de ver televisión o cantar canciones, no hacen mucho o en ambientes familiares tóxicos.
En el 2008, se aprobó una política pública de desarrollo de la niñez temprana. Pero como aquí los políticos no le prestan mucha atención a nada que no produzca resultados inmediatos, el comité multisectorial que emprendería la puesta en marcha de las iniciativas no se activó hasta el 2011, se le asignaron fondos no recurrentes y al poco tiempo se quedó sin dinero.

La representante Luisa Gándara presentó esta semana un paquete de medidas dirigido a atender este asunto tan vital para nuestro desarrollo como país. El corazón de la propuesta es la creación de un fondo de inversión en la niñez temprana que solo podría usarse para sufragar adiestramientos a maestros y cuidadores para que detecten deficiencias de desarrollo, programas para el fortalecimiento de la intervención temprana, cuidados prenatales y otra serie de medidas dirigidas a identificar problemas desde bien temprano, cuando todavía hay tiempo para solucionarlos.
Todo en la vida, por supuesto, cuesta, y la representante Gándara propone un impuesto de 14 centavos por litro a las bebidas carbonatadas y azucaradas para nutrir el fondo.

Válgame. Eso fue como si le mentaran la madre a medio mundo.
Casi nadie miró ni por un instante los incuestionables méritos de la propuesta y casi todos se enfocaron en el impuesto a los refrescos y jugos azucarados, bebidas cuyos daños a la salud, sobre todo de los niños y niñas, están más que comprobados y contra los cuales se libran arduas batallas en muchísimas jurisdicciones de mundo, incluidos 34 estados de EE.UU..

Es comprensible el repelillo que puede sentir hacia cualquier cosa que se llame impuesto un pueblo agobiado por toda clase de cargas tributarias. Pero si se fuera un poco más allá de la rabia automática se vería que este es un impuesto que no tiene que sufrir: si no quiere pagar el impuesto al refresco, no lo tome, que nadie lo obliga.
También es comprensible la suspicacia hacia toda iniciativa que supongo más dinero en las arcas del gobierno. El despilfarro, la corrupción, la repartición de bienaventuranzas entre amigotes, todo eso nos ha golpeado demasiado como para aceptar con una sonrisa benevolente cualquier cosa que signifique más dinero para el gobierno.

Mas esa es una suspicacia, justa sí, razonable, por supuesto, con la que habrá que lidiar, porque la crisis que vivimos es monumental y no podemos darnos el lujo de dejar que otra generación más se pierda.
Si no le gustan las propuestas de la representante Gándara, traiga otras. El país las escuchará con mucho gusto, pues hay 253,000 niños y niñas que necesitan ya, ahora mismo, que los encaminemos a ser nuestra salvación y los saquemos de la ruta de convertirse en nuestra próxima pesadilla.

(benjamin.torres@gfrmedia.com, Twitter.com/TorresGotay)

1 comment:

José M. López Sierra said...

¿Por qué Puerto Rico sale a votar más que Estados Unidos?

Los puertorriqueños votan a un 80%. Los ciudadanos de Estados Unidos votan a un 50%. Por qué esta diferencia de 30%. ¿Serán que los puertorriqueños somos más creyente de la democracia que los mismo ciudadanos estadounidense?

Puerto Rico es una colonia de los Estados Unidos desde el 1898. Desde entonces, los puertorriqueños que han querido descolonizar a Puerto Rico lo han asesinado o encarcelado. Muchos puertorriqueños le tienen terror hablar de la independencia para Puerto Rico debido a esta represión de 116 años.

Como el colonialismo es siempre para explotación, no hay oportunidades en Puerto Rico para los puertorriqueños. Por eso es que tenemos ahora más puertorriqueños afuera que adentro de Puerto Rico. ¡Los puertorriqueños están desesperados para encontrar una solución política para nuestro colonialismo eterno!

La mayoría de los puertorriqueños creen que podemos descolonizarnos a través del proceso electoral. Pero el proceso electoral está en última instancia bajo el control del gobierno de Estado Unidos. Como el gobierno de Estados Unidos ha ignorado 33 resoluciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU) pidiéndole que inmediatamente descolonice a Puerto Rico, y ha mantenido a nuestro preso político Oscar López Rivera encarcelado por 33 años a pesar de un reclamo mundial para su excarcelación, no debe haber duda alguna de EEUU nunca permitirá nuestra descolonización por vía electoral. ¡Si se pudiera, no lo tendríamos!

La mejor forma para descolonizarnos seria que los 80% de los electores puertorriqueños salgan mejor a la calle para demandar nuestro derecho inalienable a la autodeterminación e independencia, e insistir que la descolonización la maneje la ONU. Después de todo, la descolonización está bajo la jurisdicción de la ley internacional, y nunca bajo la ley nacional. Por eso es que el colonialismo es crimen en contra de la humanidad bajo la ley internacional, pero no bajo la Constitución de Estados Unidos.

José M López Sierra
www.TodosUnidosDescolonizarPR.blogspot.com