Publicado en el rotativo digital La Isla Oeste disponible en su enlace digital https://laislaoeste.com/el-dia-del-abuelo-tiene-que-ser-todos-los-dias-del-ano/
La institución social de la familia surge al momento en que una pareja comienza el proceso de procrear (que puede ser biológico o legal). Al paso de los años les toca a sus crías reiniciar el proceso con los suyos. Ya en ese momento surgen las figuras más longevas de la familia: los abuelos y abuelas. Este próximo domingo 12 de septiembre, se celebra el Día del Abuelo. Es un momento propicio para acercarnos más física o espiritualmente.
En nuestro caso carecimos de la oportunidad de conocer
físicamente a mi abuelo paterno Don Lorenzo “Loro” Vera. Todo lo que conocemos está
marcado por las historias de abuela Juana y mi padre. También por una foto que,
según mi padre, es la única que se conserva (según su recuerdo). Me dicen que
era alto, guapo y pequeño comerciante del barrio. Cuentan también que fue un
político sagaz y que luchó por el bien del barrio. Un ejemplo de ello fue la
escuelita de Cuchilla Abajo. Abuelo Loro donó el terreno para que se
construyera ese recinto que, hoy día, es el Centro de Envejecientes el
Municipio.
Otros dicen que era demasiado listo. El ejemplo que
brindan es que cuando se fue a construir la carretera principal del barrio,
logró que diera surcos y que todas sus tierras estuvieran conectadas a esa vía.
En otras palabras, que el plano original era de una línea recta pero que se fue
modificando por los deseos de abuelo Loro. Es una teoría que carece de
evidencia, excepto los meandros de la carretera.
Su esposa Doña Juana González Pérez, le conocimos.
Alta, flaca, con un rostro angelical que todavía las fotos detallan su belleza.
Nunca olvidaré las veces que nos llevaba a recoger almendras para luego hacer
el dulce. Para nosotros era un juego, para ella era parte del proceso de
crianza en el cual puntualizaba en que hay que buscar el pan donde sea. Crio
sus hijos y sus hermanos de padre. Años más tarde también a mis primas ante el
fallecimiento de mi tía. Extrañamos las
veces que se reía sacando los pocos dientes que le quedaban y cuando sin
importar la hora, nos decía “te hago una papita” (refiriéndose a freír un
papa). Los últimos años de su vida la pasó vegetal y recordamos cuando nuestra
madre nos levantó en una madrugada para decirnos la noticia.
Mis abuelos maternos los pude tener hasta nuestra
etapa de adulto. Doña Longina “Gina” González era bajita, regañona con cariño, calladita,
le gustaban las prendas y estar muy arreglada. No se perdía una boda,
cumpleaños o cualquier actividad de la familia. Cantaba, aplaudía y mostraba
una sonrisa única. Cuando estaba pensativa siempre decía “piedad, Dios Mío,
piedad”. No fallaba cuando tenía que
hacer valer sus derechos que comenzaban los roces con abuelo Mesio.
Don Nemesio “Mesio” Hernández era bajito, gordito, con
unos ojos azules que dicen conquistaba a quien fuera, un quinto grado de
escuela, agricultor, fiel lector de la prensa y político. Hablaba hasta por los
codos. Era muy conocido en el barrio por haber sido asambleísta. Todavía hoy
día la gente nos habla de él.
Éramos su nieto varón mayor. De casados fuimos a vivir
al lado de su residencia. Todas las tardes cuando llegábamos del trabajo,
esperaba como 30 minutos para ir a platicar de los eventos del día. Estaba tan
empapado de lo que decía la prensa y la radio, que dominaba cualquier tema. Por
mudarnos a nuestro nuevo hogar y con sus tres bisnietos, ya no podíamos tener
esa plática especial. De hecho, pasamos a otra etapa laboral que impedía verle
a menudo.
En su último año de vida no fuimos en Navidad y no
recordamos razón. Don Mesio tradicionalmente sacaba de su bolsillo un pañuelo y
le daba tres pesetas a mi hijo mayor, dos al mediano y una al pequeño. Pero ese
año no llegamos. Suponemos le extrañó y se lo dijo a nuestra madre quien, de
inmediato, nos lo hizo saber. Fuimos durante la cuaresma del 1997 y nos estaba
esperando con todo su esplendor, sin saber que sería la última vez que
compartiríamos. Tres meses después partió.
Hoy nuestros abuelos pasaron a un mejor espacio de
vida. Solo las memorias y recuerdos traen una tormenta de emociones. ¡Cuánto
diera por haberles conocido más y valorar mejor el tiempo con ellos! Muy bien
dice el dicho, “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.
A quien lea estos párrafos, si los tuyos siguen en
este espacio de vida, asegúrate de aprovechar al máximo todo el momento. Si
tienes reproches o algún malestar con ellos, ¡qué bueno porque siguen a tu
lado! Luego será muy difícil y no habrá marcha atrás cuando nos dejen.
Si estás disfrutando sus nietos y nietas, nosotros
esperamos. ¡Feliz Día del Abuelo!
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