Monday, July 13, 2020

La vocación de ayudar en tiempo de pandemia

Escrito en el rotativo El Nuevo Día digital, el domingo 12 de julio de 2020, disponible en el enlace https://www.elnuevodia.com/opinion/punto-de-vista/la-vocacion-de-ayudar-en-tiempo-de-pandemia/

Durante el proceso del toque de queda ordenado por el gobierno y el cierre de operaciones de muchas empresas, la cantidad de personas que quedaron desempleadas fue escalando. Puerto Rico se sumó a la situación que experimentaban otros países. Desde el 16 de marzo del 2020, principalmente la fuerza laboral privada fue mermando ante el cierre o despidos por parte de sus patronos. Hubo casos comprensibles. Otros no.
En el sector gubernamental la situación fue parecida. La mayor parte de las agencias o corporaciones públicas decretaron recesos laborales hasta que se pudiera atender la situación de la pandemia a través del aislamiento social. No obstante, la fuerza laboral pública siguió cobrando sus sueldos.
Fue en el Departamento del Trabajo que este paro tuvo un impacto histórico de solicitudes de desempleo. En este medio hubo expresiones a favor y en contra de las actividades desarrolladas por esta agencia. Entre las posiciones a favor estaban las relacionadas a la acumulación de casos y falta de personal para atender las decenas de miles de peticiones. En contra estaban quienes indicaban que la preparación para el cierre estuvo fuera de la ecuación, algo que la experiencia internacional reflejaba como asunto urgente.
La inconsistencia e improvisación fueron los protagonistas. Los servicios en vehículos se consideraron un momento dado. Esto condujo a largas filas y poco contacto empático con los reclamantes de un beneficio garantizado legalmente. Hubo personas que consideraron la medida puro fin mediático. La razón principal era que las oficinas regionales estaban cerradas y los “servi-carros” operarían algunos días. Mientras crecían recriminaciones sobre los “puntos controvertibles” o reparos señalados por la agencia en segmentos de las reclamaciones.
También se hicieron virales los errores en el envío de las comunicaciones escritas. Desde “la misma” hasta “sin apellido” fueron la orden del día. Rápidamente se hizo el señalamiento a los recursos externos al Departamento. No obstante, se evidenció que el calzado puede quedar muy grande o demasiado pequeño, no justo para ciertos pies.
Esto nos hizo recordar que eso llamado “trabajo” puede ser por deseo, necesidad o vocación. Socialmente es observable personas que indican que “necesitan de un trabajo”. El concepto necesidad trae la connotación de urgencia. Significa que es tener el trabajo porque hay que tenerlo. Aquello de “te ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Las preguntas que llegan son: ¿tiene el o la solicitante las crendenciales, conocimiento técnico o habilidades para ejecutar la función requerida? Más aún, ¿posee el conocimiento crítico adicional para poder ejercer?
También es observable las personas que desean el trabajo. Los deseos son aspiraciones. En la mayor parte de las veces se carece de los atributos mencionados. Se observa mucho cuando las personas alardean que tienen este o cual trabajo. Incluso cuando constantemente idealizan sobre ese trabajo, aunque fuera por un limitado periodo de tiempo. Pero a la hora de ejecutar, estas características básicas están fuera del ejercicio que realizan.
Por último, están quienes quieren el trabajo. Son muy pocos quienes idealizan o les urge tener ese trabajo. Lo realizan porque forma parte de la socialización aprendida en el modo de vida. A veces carecen de algún elemento de los mencionados. No obstante, la empatía y superación les brinda de una coraza digna que les permite ejecutar la función con poco esfuerzo. Incluso el aprendizaje informal lleva a estar atento a no tropezar con la misma piedra. Como diría mi abuelo: “dar la milla extra” sin considerar horarios, días o tiempo. Lo importante es ofrecer el servicio.
Son aquellos que poseen pocas quejas en su trabajo. El silencio se convierte en su mayor compañero de labores. Lo técnico lo resuelven rápido por poseer la convicción que es parte de su ejecutoria. Son autodidactas sin esperar que el patrono les dé un adiestramiento o les pague por un seminario o congreso. En muchas ocasiones utilizan del salario, vacaciones o espacios propios para prepararse mejor.
En la pandemia los observamos. El maestro de escuela que llevó a sus estudiantes suministros, asignaciones impresas y un aplauso por completar el curso. La líder comunitaria que no esperó porque el gobierno brindara suministros para llevar ayuda a ancianos solos en sus casas. La doctora que continuó ejerciendo sin recibir paga por horas extras. Las personas que prepararon comidas calientes, fundas con materiales desinfectantes o que visitaron a los más necesitados. Esos y esas que harían exactamente lo mismo que hacen hoy, si volvieran a nacer. En fin, personas cuyo trabajo es su vocación.
En Puerto Rico y otras partes en el mundo se observan las tres categorías mencionadas. Unas menos que otras. Somos de los que piensa que en esta isla son más los que poseen vocación. Para muestra con un botón basta.

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