Saturday, November 17, 2012

Un periodista llamado Enrique A. Laguerre

Publicado en la Revista Icono, número18, noviembre 2012, Biblioteca Enrique A. Laguerre.

            Como estudioso de la historia social puertorriqueña he realizado varios análisis sobre las décadas del treinta y el cuarenta. Un ejemplo de ello es este, para el que tomé como base el ensayo periodístico de Enrique A. Laguerre y lo analicé historiográficamente. La herramienta de análisis de contenido penetra en el documento de estudio como el conocer quién es la persona que escribe, su ideología, el contexto histórico en que escribe, conocer sus obras, en fin todo lo que envuelva el autor o autora en cuestión.
El estudio revisó trabajos realizados por la Dra. Carmen Cazurro, el Dr. Roberto Fernández, la Dra. Estelle Irrizary, entre algunos. A modo de ejemplo la Dra. Cazurro ha escrito varios artículos que resaltan la obra literaria laguerreana. El Dr. Fernández a su vez, analiza el contexto social y cultural en dichos escritos. Las comunicaciones con la Dra. Irrizary inspiran ir al ambiente de origen del literato. Estos trabajos tuvieron el objetivo de guiar a conocer la extensa obra literata que formaría parte de fuentes secundarias. Restaba profundizar en fuentes primarias.
            Es conocido que una de las manifestaciones utilizadas por los individuos para presentar lo que ocurre en la cotidianidad de la vida es a través de los géneros literarios.[1] Los géneros literarios son variados y cada uno de ellos provee para satisfacer objetivos precisos. Los ensayos, como género literario, tienen una función. Utilizando las expresiones del Dr. Roberto Fernández[2] quien comenta sobre la importancia del género del ensayo en plasmar lo que ocurre en las sociedades en su trabajo Identidad nacional y sociedad en la ensayística cubana y puertorriqueña 1920-1940, llevó a abrir espacio de las ideas. A modo de ejemplo, el Dr. Fernández trae lo que entiende fue presentado por ensayistas cubanos y puertorriqueños a inicios del siglo XX en sus escritos. Indica que uno de los propósitos perseguidos era presentar la realidad percibida de eventos que ocurrieron en su cotidianidad.[3]
            Así que, tomando esta primera observación sucinta del objetivo de los géneros literarios, se encuentra plantear cuán presente está la realidad social y el registro de datos históricos en los mismos. Esta relación, según expertos internacionales (como Edward Said en sus trabajos Orientalism y Culture and Imperialism) y nacionales (como Silvia Álvarez Curbelo en Un país del porvenir: el afán de la modernidad en Puerto Rico (siglo XIX)), la relación es una directa y se ha ido corroborando a través del tiempo.
En el caso particular de Said comenta al uso de la novela como base en el estudio de la historia. Indica que muchos géneros literarios fueron escritos dentro de un marco histórico donde se plasmaban eventos del momento. Dice que este trabajo estaba cargado de mucha responsabilidad pública por quien escribía el género y su relato. Esto es evidenciado cuando se utilizan otros recursos comparativos de lo presentado en el relato que mantiene una ética y objetividad del escrito. De hecho, el autor indica y cito … pero la novela, como un artefacto cultural de la sociedad burguesa, y el imperialismo no se pueden pensar uno separado del otro[4].
Este elemento hace reflexionar cuánta capacidad podrían tener los géneros literarios para brindarnos relatos históricos-sociales para toda una población y no solo para grupos particulares. Se subraya que representa una reacción de aquellos que escribieron fuera de las estructuras establecidas como serían las monarquías o privilegiados. Por lo tanto, la premisa lleva a la presencia de la realidad social en los géneros literarios. Said dijo que los territorios colonizados son posibilidades reales y siempre han sido asociados con las novelas realistas[5].  
Si los géneros escritos son evidencia de relatos, lo directo inverso sería que existan escritores que presenten trabajos contrarios a los presentados por quienes respaldan las posiciones gubernamentales. Por lo tanto, romper con esta forma de pensar brinda la oportunidad de conocer aspectos de la cotidianidad social, históricos, económicos y políticos que se desarrollaron a través de la microhistoria social de cada pueblo.
            Silvia Álvarez Curbelo es un ejemplo de no estar exentos de estudios que presentan los géneros literarios como exponentes de la realidad cotidiana y social. La autora se integra a otros en mostrar trabajos que están relacionados directamente con la historia puertorriqueña. En Puerto Rico uno de esos escritores es Enrique Arturo Laguerre Vélez. Desde su primera novela publicada, La Llamarada hasta los ensayos periodísticos, estuvo Don Enrique presentando la realidad social puertorriqueña.
            Esta realidad social ha sido analizada a través, principalmente, de los géneros de la novela y el cuento laguerreano. Muy evidente es el trabajo de la Dra. Olga Casanova Sánchez titulado La crítica social en la obra novelística de Enrique A. Laguerre[6]. Casanova Sánchez expone que la literatura laguerreana es de carácter social y cito toda literatura de fondo social mira fijamente a la realidad circundante para denunciar los males e injusticias en la sociedad[7].    
Es interesante mencionar que Casanova Sánchez plantea que muchos de los literatos de inicios de siglo XX en Puerto Rico, como sus pares en Latinoamérica, mantuvieron un vínculo directo con los eventos que ocurrieron en el país. No solo es el aspecto de observar los eventos, como se traduce en la técnica de investigación sociológica de la observación directa, es sentir y percibir lo que ocurre en un momento determinado que concientiza el intelectual de la época y le obliga a dar testimonio de las injusticias políticas y sociales que el pueblo sufre[8]. De hecho, la autora comenta que el puertorriqueño… se encuentra ahora en un estado de transición, con la consiguiente situación paradójica y angustiosa, que es lo que más ha inquietado a los intelectuales conscientes de la realidad[9].   
Tal vez la crítica principal a estos trabajos previos es que no focalizaron  atención al ensayo periodístico laguerreano. De hecho, la propia Casanova Sánchez comenta que el trabajo periodístico fue uno extraordinario. No obstante, limita su análisis a sólo dos páginas y a mencionar lo escrito en la década del 1950 en adelante. Lo mismo ocurre con otras y otros exponentes que han limitado el análisis del trabajo periodístico. Es más, sólo algunos y algunas han penetrado en los ensayos escritos después del 1950. Y la pregunta en el tintero es: ¿no es igual de importante conocer lo escrito en la prensa nacional? ¿Acaso no fue el propio Laguerre el que indicó en su Autobiografía su extenso trabajo periodístico? Un dato es que sólo varias revistas han hecho alusión a su trabajo en Hojas libres. Otros artículos mencionan lo escrito en el periódico El Mundo, pero no los han analizado. No obstante, cuando se profundiza en el trabajo de la Dra. María del Carmen Monserrat-Gámiz titulado Bibliografía Enrique A. Laguerre: homenaje al novelista y humanista, nos presenta la extensa cantidad de ensayos periodísticos de Laguerre.
Ahora bien, a pesar de conocerse la aportación de Enrique A. Laguerre en la prensa escrita puertorriqueña en las décadas del 30 y 40, no se había realizado un análisis historiográfico de estos. Si bien es cierto que la aportación literaria de Laguerre en la novela y cuento se considera importante, no es menos el hacer hincapié en el trabajo realizado a inicio de su carrera periodística. Se sabe que esta tarea de escribir artículos y columnas en los periódicos continuó hasta su muerte en el año 2005, específicamente con una columna en el periódico El Vocero[10]. La importancia de analizar el periodo, entre el 30 y 40 junto al género del ensayo periodístico, se basó porque se desarrolla en una etapa de despertar cultural para el pueblo puertorriqueño, Laguerre formaba parte de dicho pueblo[11] y porque este análisis ha estado al margen en estudios pasados.
            Es meritorio aclarar que el periódico como medio de expresión posee tres significados relevantes. El primero es, como objeto de creación de conocimientos, brindando información, análisis de noticias y reflexiones por parte de las diferentes partes del mismo. Como segundo significado es que el periódico, como mecanismo de expresión pública, es uno de las formas y derechos que posee el pueblo y para ello utiliza lo gráfico, el humor y otros. Por último, sirve como material educativo para trabajos de investigación, lectura, fichas y archivo. Por ello, en nuestro trabajo se analiza los artículos de individuos, mejor conocidos como las columnas.
En el periodo del 1930 hasta el 1948, Don Enrique publicó unos 29 ensayos entre los años 1930 y 1948 en el periódico El Mundo. La mayor parte de sus columnas fueron publicadas los domingos. Es conocido, gracias a investigaciones relacionadas a la prensa escrita, que ese día es el más propenso para las personas leer con más detenimiento y reflexión. Interesante mencionar que el 58 por ciento de los artículos giraban en temas de sociología, educación y economía. Muy pocos eran los artículos sobre literatura y cultura. Al comparar los temas de literatura vis a vis con los de sociología, el grueso de los artículos en este periodo era de temas sociales.
Dentro del análisis de estudio se observa que hay una diferencia significativa en la temática entre sus primeros ensayos en el periodo de 1932 al 1939 y los escritos entre el 1941 al 1948 en el periódico El Mundo. Este aspecto traje el supuesto que Don Enrique fue moviendo su interés y ocupación hacia temas de índole social compatibles con la sociología contemporánea. Una posible explicación es que ya en su madurez como ciudadano, y en un mundo en plena Segunda Guerra Mundial, le prestara más atención al bienestar social puertorriqueño. Entre 1941 y 1948 de los 7 ensayos periodísticos, 86 por ciento era de contenido social y sólo 1 era de contenido cultural. Al compararles con los escritos entre 1932 y 1939 donde, 6 de los 8 escritos o el 75 por ciento, era de contenido literario.
Otro elemento importante del estudio fue la frecuencia en la cual se escribieron estos ensayos. El análisis estadístico resalta que el año de mayor producción y frecuencia fue el 1939. Ese año el periódico El Mundo publica 5 ensayos laguerreanos en los meses febrero, mayo, agosto y diciembre. Tal vez se pueda preguntar cuál es la razón de analizar este aspecto. Recordemos que este estudio comenzó con un análisis de contenido para un ensayo historiográfico que tiene que tomar en consideración muchos factores. De hecho, los otros años de mayor frecuencia, en publicación en el periódico El Mundo, se limita a sólo 2 por año. La diferencia es significativa entre los demás años y el 1939. No se puede olvidar la variable Segunda Guerra Mundial.
Ya establecidos los planteamientos iniciales se presentan ensayos periodísticos donde Laguerre expone como un ciudadano preocupado por la situación social puertorriqueña y no necesariamente como el literato. Un ejemplo de ello es el escrito donde presenta sus razones para mantenerse firme en contra de las personas que desean acabar o limitar las luchas del magisterio puertorriqueño (como es el caso del escrito publicado el 28 de enero de 1937 titulado “Sucedió en Coamo”). Otro ejemplo presente es la situación social de la niñez puertorriqueña y el analfabetismo (publicado el 29 de marzo de 1936 titulado “Juan B. Huyke y los niños”).[12]
            En “Sucedió en Coamo” se presenta la realidad del ciudadano pobre que busca salir de su situación, va a la universidad a obtener un grado y se convierte en maestro. En este artículo Laguerre expone sobre las situaciones que experimenta el grupo magisterial puertorriqueño para superar vicisitudes y problemas sociales. En una parte del escrito Laguerre indica que el magisterio ha hecho sacrificios incontables en los últimos cuatro o cinco años para asistir a los cursos universitarios.[13] El autor no partió de una ficción. Él era parte de esa realidad. Como indica en su Autobiografía tuvo una inmensa cantidad de obstáculos (geográficos, familiares, sociales, incluso académicos) para llegar a ser, lo que quería ser: maestro. Una de sus anécdotas es con relación a cómo fue que terminó la escuela primaria y secundaria viajando hasta Aguadilla que quedaba distante de su hogar, había que pasar por caminos hasta llegar a la carretera principal (hoy día la número 2). Otra anécdota fue referente a sus estudios doctorales en la Universidad de Columbia que se requería que las disertaciones fueran escritas en inglés y Laguerre se negó a ello. Ya tenía todos los cursos aprobados y sólo le restaba la disertación.       
            En el artículo titulado “Juan B. Huyke y los niños”[14] Laguerre hace referencia a la figura de Juan  B. Huyke para dejarnos saber la calidad humana de este individuo que buscaba ayudar a la niñez puertorriqueña. No obstante, Laguerre no olvida la situación académica del pueblo en general, pero en especial la niñez. En el ensayo expone Laguerre el problema del analfabetismo existía en Puerto Rico. Nos dijo que, y cito, Aparte del interés que tiene naturalmente el Departamento de Instrucción y alguna que otra institución o persona aislada es cierto que la niñez está bastante dividida en Puerto Rico. Tratar de remediar el analfabetismo es una labor digna de encomio. Presentarnos ante el mundo como un pueblo con un bajo por ciento de analfabetismo es una labor patriótica[15].         
            Esta muestra es evidente que en un sólo ensayo, Don Enrique expuso dos eventos que pueden brindar luz de cuán cerca estaba de la realidad social. De hecho, estos datos pueden ser comparados y corroborados con otros documentos y escritos como el del  Dr. José Colombán Rosario, del mismo año que el artículo de Laguerre 1936, titulado La escuela rural. Colombán presentó la situación de las escuelas rurales en Puerto Rico. Al comparar los documentos se presenta el problema del analfabetismo en la niñez puertorriqueña como uno de los más apremiantes para combatir. También pueden ser corroborados a través de los datos censales del 1940, que confirman lo expuesto por Laguerre.
Documentos oficiales del Estado y fuentes similares a los de Colombán Rosario, ofrecen datos que ayudan a conocer que Don Enrique plasmó la realidad social puertorriqueña en sus ensayos periodísticos. De hecho, el propio Laguerre indicaba que escribía sus ensayos periodísticos como testigo de lo que ocurría en Puerto Rico.
Esto permite que se pueda decir con certeza que los ensayos fueron el vehículo utilizado por Enrique Arturo Laguerre Vélez para describir las condiciones educativas, sociales, políticas y económicas de la sociedad puertorriqueña en las décadas del 30 y 40. Criticó a una élite que no apoyaba el desarrollo del pueblo en mejorar las condiciones académicas generalizadas. A su vez, propició el mantener las condiciones políticas coloniales a través del poder político.  Unas compañías dueñas de los medios de producción, fincas y de la forma de ser de los pequeños agricultores y colonos. Un poder social observado por los grandes terratenientes y dueños de fincas que no aportaban al desarrollo social del pueblo. Ello evidencia la importancia y pertinencia práctica de analizar los planteamientos laguerreanos en sus ensayos.
Los planteamientos de Laguerre sintetizan una parte de la cotidianidad del Puerto Rico de inicios del siglo XX y un poco lleva a observar la continuidad en el presente de muchos de los problemas señalados. Un ejemplo de ello es lo que tiene que ver con las condiciones de las escuelas en Puerto Rico. Laguerre describió el pobre mantenimiento de los planteles de la escuela rural. Hoy día se observa que los planteles están decadentes faltos de condiciones aceptables para mejorar los grados académicos en las escuelas rurales y urbanas. Como segundo ejemplo, Laguerre presentó la necesidad de eliminar el analfabetismo de lectura y escritura en las escuelas. Hoy día ese y el analfabetismo tecnológico y cultural está presente en sistema público de enseñanza. Países mejor industrializados han fortalecido sus escuelas públicas con materias que aportan al desarrollo de destrezas tecnológicas y culturales en todas las materias. Este elemento ha aportado a disminuir la deserción escolar en sus respectivos países. No obstante, en Puerto Rico del siglo XXI se observa este analfabetismo como uno de los problemas mayores que enfrentan los planteles. 
Estos ensayos fueron presentados dentro del marco de conocimiento que enfrentó el poder político, social, académico y económico de la época. Resultó en ofrecer el apoderamiento del pueblo a través de Laguerre. La voz de un pueblo en su momento fue escuchada a través de un medio que no necesariamente tenía acceso al mismo: el periódico. Laguerre usó muy bien el vehículo de su reconocimiento como literato, para apoderar al pueblo del poder oficial económico y político y sus cuestionamientos en las décadas del 30 y 40. Utilizar sus géneros literarios para presentar las realidades del pueblo y sociedad de su momento, ha sido atendido por otros teóricos. Las fuentes como poemas, novelas, obras teatrales y otros, aportan al desarrollo de relatos en cada uno de esos pueblos. Hay que recordar que los ensayos periodísticos son un género literario.
Claro está que no es escribir por escribir, como decía el propio Laguerre. Aquí llegan los postulados de Hans y Lipmman (en sus respectivas teorías de recepción y consenso) en la importancia del desarrollo, producción y recepción de las ideas de presentadas a través de los medios como parte del proceso de dar a conocer eventos, situaciones y la cotidianidad de los periodos. Por ello, la búsqueda de datos a través de la etnografía, entrevistas y otros medios directos, aportan al desarrollo, presentación y recepción de lo que ocurre. El lector acepta lo escrito porque es parte de la realidad.
Laguerre con sus ensayos periodísticos, dio a conocer las décadas del 30 y 40 con voz crítica y presencial. No se debe limitar el análisis de los ensayos periodísticos laguerreanos a su estructura e instrumento literario porque resultaría en un ejercicio vago. En cambio, el análisis de contenido y comparación con otros trabajos aporta al conocimiento de un espacio y época determinada. No fueron unos meros 29 ensayos presentados; en cada ensayo había que indagar y profundizar en cinco o seis documentos primarios que corroboraran lo presentado. Esto brinda calidad al trabajo, que pasa a ser la aportación principal del mismo. Este análisis deja puertas abiertas para estudiar con mayor profundidad y conocer un poco más sobre un periodista llamado Enrique A. Laguerre.

Referencias:
Casanova Sánchez, Olga. La crítica social en la obra novelística de Enrique A. Laguerre. 
            Editorial Cultural, San Juan, 1975.
Fernández Valledor, Roberto. Identidad nacional y sociedad en la ensayística cubana y
            puertorriqueña 1920-1940. San Juan: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el
            Caribe, 1993.
Irizarry, Estelle. Estudios sobre Enrique A. Laguerre. San Juan, Editorial Instituto de Cultura
            Puertorriqueña, 2005.
Monserrate-Gámiz en Bibliografía Enrique A. Laguerre: homenaje al novelista y humanista. San
            Juan, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y del Caribe, 2002.
Laguerre, Enrique A. "Sucedió en Coamo," El Mundo, 1937, p. 4.
________. “Juan B Huyke y los niños”, El Mundo, 1936, p. 2. 
Said, Edward. Culture and Imperialism. Nueva York: Vintage, 1994.
________. Orientalism. Nueva York: Vintage, 1978.



[1] Edward Said. Orientalism. Nueva York: Vintage, 1978.
[2] En Identidad nacional y sociedad en la ensayística cubana y puertorriqueña 1920-1940, 1993.  
[3] Ibid.
[4] Edward Said. Culture and Imperialism, 1994.
 
[5] Ibid.
[6] Olga Casanova Sánchez. La crítica social en la obra novelística de Enrique A. Laguerre.  Editorial Cultural, San Juan, 1975.
[7] Ibid.
[8] Ibid, p. 25.
[9] Ibid, p. 23.
[10] Véase a Monserrate-Gámiz en Bibliografía Enrique A. Laguerre: homenaje al novelista y humanista. San Juan, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y del Caribe, 2002.
[11] Estelle Irizarry. Estudios sobre Enrique A. Laguerre. San Juan, Editorial Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2005.
[12] Enrique A. Laguerre. "Sucedió en Coamo," El Mundo, 1937, pp. 4.
[13] “Sucedió en Coamo”,  El Mundo, 1937, p. 4.
[14] Enrique A. Laguerre. “Juan B Huyke y los niños”, El Mundo, 1936, p. 2. 
[15] Ibid.

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