Los economistas y
especialistas del comercio han estado informando sobre un cambio en los
patrones de consumo en Puerto Rico. Mencionan que las ventas han ido en
retroceso y el comportamiento de la población de adquirir productos. De hecho,
su conclusión es la crisis económica.
Buen tiempo atrás aprendimos
sobre qué es la economía. Definían los diccionarios especializados como la
ciencia social que estudia el uso efectivo de pocos recursos para satisfacer
las diversas necesidades. Nuestro pensar es que debemos partir de la definición
para analizar qué es lo que ocurre. Tomemos como ejemplo los patrones de
consumo.
A
finales del siglo XX e inicios del XXI decían los expertos que el
puertorriqueño común gastaba más de lo que ingresaba. Evidenciaban su posición
con los ingresos y las deudas. La expresión pueblerina era que se vivía de las
tarjetas. De hecho, la banca en general mostraba la cantidad de préstamos que
hacía la gente. Estos incluían (e incluyen) aquellos para regalar en Navidad,
reyes, el día del amor, el día de pascuas, planillas, madres, padres, el viaje
de tus sueños, regreso escolar, huracanes, día de las máscaras, acción de
gracias, regresando al círculo de Navidad. Todo el año con el fiao.
Varias teorías surgieron al
momento de explicar el “fenómeno”. Algunos indicaban que ocurría por efecto del
mercadeo de bienes y servicios que llevaba a ello. Otros que las personas
buscaban vivir de las apariencias. Muchos decían que la competencia desmedida
entre grupos sociales traía ese comportamiento. En fin, muchas teorías explicativas.
Ejemplos
sobran y llegan al momento de redactar estos párrafos. Los anuncios de
televisión que incitaban a comprar un televisor de marca estaban de moda. Recordamos
en específico el del caballero que saca a pasear a su perro en la noche y se
percata que su vecino tiene una caja vacía de un televisor nuevo de marca, tirada
en la basura. Mira hacia todos lados y mueve la caja del TV hacia la suya. En
fin, el anuncio podría explicar las tres teorías mencionadas.
Hoy,
la forma de explicar el comportamiento consumista en el 2016 ha cambiado
totalmente. Se expresa que la gente carece de ingresos suficientes para
adquirir productos. También que la situación fiscal del gobierno no aporta a la
economía del pueblo. Otra explicación que las personas hacen malabares para
utilizar sus recursos (en lenguaje del pueblo se “las buscan”). Al combinar
estas teorías con las sociológicas, nos hacen pensar que ocurren otras cosas.
El
construccionismo social nos orienta a que las personas se acostumbraron a
utilizar recursos inexistentes. Se estuvo en un imaginario de vida para evitar la
negación con la realidad económica. Hoy está ahí. No se puede esquivar. Hay que
regresar a las definiciones básicas de la ciencia económica: pocos recursos
para muchas necesidades.
Ejemplos
de ellos son los anuncios de telefonía móvil. La lucha libre telefónica por
mantener clientes lleva a ofrecer más servicios por el costo menos posible. Si
le preguntamos a “Papo” por las ofertas, termina diciendo “que la pases bien”,
porque la compañía que representa carece de los servicios que le pide el
“cliente”. Similar con los comerciales de supermercados, tiendas por
departamento, gasolineras y más. Todos en una franca batalla de mantener su
mercado dentro de las exigencias de la demanda actual.
Es
evidente que las diferencias en ingresos en los sectores justifican a grupos en
indicar que las riquezas están mal distribuidas. Pero también los imaginarios
son perjudiciales. Vivir fuera de la realidad es una de las razones para que se
nos saque de la vida social pública. Pero también lo es estar cuerdo en
imaginarios que nos hacen sentir bien aunque no pueda satisfacer lo básico.
La economía puertorriqueña
del 2016 es una que hay que analizarla constantemente. Nos preguntamos: de qué
vale tener buenos ingresos si tengo cuentas que sobrepasan los mismos. Creemos
que no es cuestión de ingresos y sí de gastos. Las personas debemos estar claro
que no es viable vivir en el mundo de la fantasía en tiempos de estrechez
económica. Si lo que tengo es para tenis “champion”, no puedo pensar en
“pumas”. Si sólo puedo regalar pulseras de imitación, olvidemos las de marca.
Tal vez es momento de mirar más allá del espejo.
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