Mamá y papá:
Legué
inesperadamente a sus vidas con apenas unas semanas de nacida. Fiona, mi mamá
biológica, me tuvo a junto a mis hermanos. Nunca conocí al padre que me
engendró. Mamá carecía de los recursos para darme una vida apropiada. Ya todos
ellos murieron igual que mamá. De esa familia biológica solo soy quien queda.
JO
me adoptó y me bautizó por algo que estaba estudiando de los aminoácidos. Muy
poco sabía en esos momentos y todavía no se. Es algo dificultoso. JO se
encargaba de bañarme, darme comida y engreírme a dormir en el cuarto. Así
conocí al resto de la familia. Tal vez por ser pequeña y frágil todos me consentían
con mucho cariño.
Recuerdo
las veces que me llevaron al patio. Corría, brincaba y mis sentidos olfativos
se desarrollaron con esa experiencia. Ustedes decían que parecía una motita saltando.
Está demás decir que aprovechaba para hacer el número uno y a veces el dos. Con
ello aprendí a ir al baño cada vez que salía de casa. Desarrollar las habilidades
motoras me brindaron la fuerza necesaria para treparme por todos lados incluyendo
el juego de sala y el de cuarto. Logré un salto tan alto que podía subir hasta
tres pies.
Les
agradezco que perdonaran mis travesuras de niña y adolescente. Esas veces que
les rompí bolsas y hasta almohadas. Otras que no aguanté mi naturaleza en
necesidades. ¡Hay papá y mamá cuantas veces tuvieron que limpiar!
La
primera visita al médico fue igual de inesperada y a los seis meses de vida. Ya
van 6 años de eso. JO, papá y mamá decidieron que era lo mejor para mí. Eso no
lo sé. Fue doloroso y tortuoso la experiencia de esterilización. Papá me añoñaba
más que antes. Mamá me llevó a dormir con ustedes. Al par de días estaba como
de rutina. JO no estaba en casa y escuchaba que decía que estaba estudiando.
Entonces
llegó el momento de marcar mi territorio. Me apoderé del espacio. Cuando se
acercaba cualquier persona o amigo, les hice saber que me tenían que pedir
permiso. Nadie podía, ni puede, acercarse a ustedes sin consultarme y pedir
permiso.
Otra consecuencia fue que no tuve novios o parejas. El más cercano fue Bruno. Después de aquella cosa que ustedes llamaban Huracán María, Bruno quedó desamparado. Ustedes le brindaron comida, agua y hasta cariño. Me puse celosa, aunque me caía bien el chico.
Saben
que soy un poco pretensiosa. Por eso me encanta cuando me dejan tomar el sol en
la mañana y disfrutar con mis juguetes. Ya no corro como antes. Los años han
pasado. Ahora, no pueden negar que soy lista y muy inteligente (tal vez mucho
más que algunos de los familiares o amistades).
El
desayuno es preciado cuando papá me da la porción de 2 meriendas. Mamá hoy te
enteras: ¡te pido dos más! En el almuerzo no falta dejar mi plato vacío excepto
con los vegetales. La cena siempre es única. A pesar de tener mi ración en mi
plato, primero les pido a ustedes o a quien esté con ustedes. Así aseguro estar
llenita.
Les
puedo decir que me agrada cada vez que llega el de la guagua grande marrón que
toca bocina antes de hablar y darle un paquete a papá. Esa persona me obsequia
a veces de una galleta. Al él estar, disimulo que no la quiero gritando, luego me
la como. La otra persona que también le trae paquetes a papá no me brinda nada.
Por eso le grito cada vez que viene y con más fuerza. Está demás de hablarle de
Osvaldo, Ché y Royi a quienes no les permito que hablen con ustedes y mucho
menos con papá.
En
los próximos días se repetirá la misma historia. Del cielo surgirán luces de todos
los colores. Explosiones que me hacen temer al máximo. Temblaré, salivaré y
hasta en ocasiones llegaré a la incontinencia urinaria. Ustedes como en el
pasado me tendrán en sus brazos protegiéndome y sintiéndome segura. Desconozco
quién provoca esos ruidos que perturban a todos mis amigos caninos. No deben hacerlo.
Los de mi especie necesitamos paz auditiva. ¿Es que acaso no lo comprenden los
humanos?
Gracias
Papá y Mamá por adoptarme. Ustedes son lo mejor que me ha pasado a mi vida.
Anima
Isabel