Saturday, August 31, 2019
Sunday, August 18, 2019
¿Quién fue Ricardo Rosselló?
Compartimos columna del escritor Eduardo Lalo del sábado 17 de
agosto de 2019 en el rotativo El Nuevo Día en su versión digital,
disponible en su versión original en el enlace https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/quienfuericardorossello-columna-2512247/
Apenas
un par de semanas después de su renuncia, Ricardo Rosselló se ha disuelto como
dos años y medio de polvos del Sahara en un aguacero. Su memoria ha corrido por
los desagües y se ha consustanciado con el olvido. En la radio y en la calle,
aun entre sus correligionarios, Ricardo Rosselló ha dejado de existir y se ha
convertido en “Rossellito”.
Cabe
preguntar qué acarrea esta transformación de un portento en un diminutivo. El
primer gobernador electo que no llega al final de su mandato se deshizo en menos
de 20 días.
¿Quién
fue Ricardo Rosselló? El verbo en pasado alerta sobre otros finales.
El
hijo del exgobernador Pedro Rosselló tuvo poco más que el peso mítico de su
apellido. Los ocho años de la gobernación de su padre constituyeron la edad de
oro del usufructo del poder por el bipartidismo totalitario. Durante ese
periodo la búsqueda de la estadidad se limitó como siempre a la retórica y los
gestos grandilocuentes, agresivos y simbólicos. Sobre su consecución no había
control ni esperanzas. Por ello la labor se concentró en la creación de una
estructura partidista y gubernamental que multiplicara el poderío político y
económico.
En
un país en que se precipitaba entonces la desaparición de las empresas 936, que
habían posibilitado la estructura económica para que Puerto Rico fungiera como
una vitrina de propaganda estadounidense durante la Guerra Fría, Pedro Rosselló
estrenó la gobernanza por saqueo. No solamente fueron notables sus más de 40
funcionarios sentenciados por corrupción, sino que fue responsable de la
realización de inmensos proyectos gubernamentales que se financiaron con la
venta del patrimonio estatal y la obtención temeraria de créditos. De esta
manera, San Juan dispone del tren más caro por kilómetro de la humanidad. Para
él hubo que construir los pilotes dos veces y se aumentaron sus costos y años
de construcción en varias ocasiones.
El
dinero corría por los despachos de las empresas constructoras, bufetes de
abogados y empresarios cercanos. Se multiplicaron los “Pedros Rossellós” por el
país y muchos alcaldes reprodujeron en escalas menores el entramado de
cuestionables proyectos faraónicos, clientismo, malversación de fondos y venta
de influencias. El PNP celebraba a todo lujo sus convenciones en grandes
hoteles y se ofrecían a empresarios y profesionales, a cambio de cuantiosas
donaciones al partido, puestos en las mesas de los políticos y secretarios de
agencias.
Los
dos cuatrienios de Rosselló padre fueron un tiempo idílico para el tipo de
político prepotente y fanfarrón que se piensa inmune por tener relaciones en
las tres ramas de gobierno y las agencias federales. Políticos como Jorge
Santini y Thomas Rivera Schatz se desarrollaron en este ambiente. Desde
entonces “meterse a la política” equivalió a hacer fortuna haciendo la ley y diseñando
la trampa y, desde los comités barriales hasta el directorio del partido, se
pensó la gestión pública como piratería.
Ricardo
Rosselló creció en esta euforia. Su inexperiencia no fue percibida como un
defecto porque su apellido auguraba el retorno de los banquetes. Aun así, para
la generación de políticos que acompañó en el poder a su padre, Ricardo
Rosselló tenía mucho de advenedizo. Sabían que accedía al puesto más alto sin
mérito ni esfuerzo, saltando etapas. El segundo Rosselló intentó como su padre
convertirse en caudillo, pero no por los careos en que se doblan brazos, sino
poniéndose en manos de publicistas. Pronto su falta de poder ante los viejos
chacales del partido hizo que prefiriera refugiarse en un pequeño grupo de
subalternos no electos y tan poco experimentados como él, salvo por unas pocas
figuras del tiempo de su padre. Para los veteranos de mil batallas intestinas
en el PNP, que habían obtenido sus puestos con tesón mercenario, ese cónclave
de muchachos salidos de urbanizaciones con múltiples controles de acceso era un
desaire. En tiempos de Junta y bancarrota, los manjares del banquete eran
limitados y la gestión con visos de corrupción se estaba dando sin arte ni maña
por unos novatos que se estaban dejando crecer las barbas.
La
filtración del chat, el retrato íntimo de Rosselló y su círculo, probablemente
fue el resultado de estas tensiones. El reparto del botín circulaba por muy
pocas manos y los riesgos recaían desproporcionadamente en algunos. Estos deben
haber sido los motivos de la traición. La añoranza por la edad de oro del
primer Rosselló había resultado vacua.
¿Quién
fue Ricardo Rosselló? Todos lo hemos visto, pero quisiera añadir una última
elaboración. Ricardo Rosselló fue el resultado icónico y acaso inevitable de
esta época de bipartidismo totalitario. Hijo de uno de sus protagonistas,
probablemente concibió su llegada a la gobernación como un hecho natural e
interpretó también como natural para qué ésta debía ocuparse. Sin carrera, sin
apenas experiencia laboral, tuvo escoltas, chóferes, vehículos blindados,
viajes a eventos deportivos internacionales. La gobernación era para disfrutar
privilegios y, entre estos, estaba el mayor de todos: el de poder mentir,
manipular, engañar, vejar, traicionar y salirse con la suya sin que pasara
nada. Su visión del poder era juvenil e ingenua y, por eso, como se desprende
de lo ocurrido luego del chat, nunca pensó que los puertorriqueños lo
condenáramos en cuestión de días a la ignominia, el desprecio y la burla.
Ricardo Rosselló, el portento del bipartidismo totalitario, acaso marca un
final de época. El diminutivo con el que se le denomina ahora es dramáticamente
elocuente y salpica a muchos otros políticos. No puede doblar brazos el que no
puede sostener la mirada de sus víctimas.
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