Estimado
amigo Hiram:
Nos
conocimos desde niños jugando ante las visitas de nuestros padres. Hemos estado
en las buenas y en las malas como buenos amigos. Sí amigos. Esta palabra de
gran significado que solo quienes lo son, le conocen. Compartimos la escuela
elemental y la superior. Por cosas del destino la intermedia nos la perdimos
juntos. Convencido estoy que hubiera sido mejor que la superior y la elemental.
Son
muchos los recuerdos que poseemos. Las escapadas a la playa, los trucos
para visitar novias, los secretos que prevalecen, los momentos de lágrimas
enjuagadas, los equipos de baloncesto o volleyball, las penurias por los
trabajos, el ayudarnos en todo momento, entre otras. Nunca olvidar la
oportunidad que me diste de conducir la “tres potes” cuando la compraste.
Recuerdo
cuando en unas navidades Cano y Papi (buenos amigos desde la infancia) nos
pusieron unos guantes de boxeo. ¿Qué edad teníamos: 7 u 8? La segunda vez fue
en casa de Iby. Salimos juntos para allá, nos pusimos los guantes, recibiendo
un solo golpe que rompió mi sien. Todo era un juego y llegamos donde mami. Ella
pensaba que era otra cosa. No comprendía que verdaderamente fue un accidente.
No
olvidaré las veces que nos metíamos en la improvisada piscina, aunque hubiera
lluvia. Escuchar Radio UNA con los éxitos de José José y Camilo Sesto. Ir al baile de graduacion en el 1982. Reirnos
y llorar por las situaciones que solo ambos conocíamos. Bromear con las Justas:
tu Tigre y yo Tiburón.
Recuerdo
tu boda con Lucy junto a Mary y Willy, a la entrada del Gate 1 en la base. ¿Cómo
nos la gozamos? Eras el esposo ideal.
La llegada de tu primera niña. Te dije en broma que ahí las pagarías.
Luego llegó tu segunda, y dije lo mismo. Todo era una broma. Sabía que serías
el padre comprensivo, dado a tus hijas. Así fue.
Años
más tarde, en mis funciones como Decano, me encuentro un informe de la guardia
universitaria que indicaba de un incidente en el hospedaje de chicas frente a
CORA. Por ser fuera de los predios del campus, llamaron al cuartel de San
Antonio. Dos oficiales llegaron. Uno de ellos Hiram Badillo Muñiz. La sorpresa
porque jamás hubiera imaginado que serías el agente atendiendo la querella.
Nunca
estuvimos alejados. No tuvimos encontronazos, pelea, discusión entre nosotros. Aunque pensábamos
distinto en algunas cosas, nunca fueron obstáculo para mantenernos unidos.
Hermano,
porque así te consideré, me duele mucho tu partida. Hoy 14 de septiembre del
2016, con apenas 52 años, te unes a papá Cano en el cielo. Sabes lo acongojado
que estoy en estos momentos de tu partida. Pero también que solo te me adelantaste.
Fuiste especial en ello. Nos vemos porque te alcanzaré. Descanza en Paz Indio.
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