Tuesday, March 27, 2007

Febrero 2007

El pasado mes de febrero ha sido uno de grandes experiencias para mí. Desde hace varios años no había encontrado tantos elementos que pudieran hacer reaccionar tan asertiva y positivamente mi ser. Precísamente es de lo que deseo escribir; mis experiencias en el mes de febrero del 2007.

Estando como Decano de Asuntos Administrativos del UPR en Aguadilla por más de tres años, me encontraba en la disyuntiva de que deseaba regresar a continuar mis estudios doctorales. Ya había conversado con mis hijos al respecto y entendían que debía retomar los mismos. De hecho, Nelson Esteban en su tono muy particular persuasivo, me retó a que me iba a pasar por la piedra si no terminaba el grado. Se refería que ya estaba a punto de terminar sus estudios de bachiller y pronto estaría en graduados. Creo que esa fue la chispa que me convenció de que debía regresar a los estudios.

Fue interesante, pues después de haber compartido con el profesor Pablo Rodríguez Rosado como Rector de la Universidad, Don Pablo decidió retirarse y a mediados del mes de junio, reunió a su equipo de trabajo y nos indicó la decisión. Yo estimaba y estimo mucho a Don Pablo. Su experiencia administrativa fue de mucho sustento para mí. Diría que la confianza que me brindó, y nunca rechacé, hizo que nos comprendiéramos mejor y pudiéramos llevar una relación laboral de excelencia. De hecho, no está de más decir que también diferimos en varias ocasiones pero siempre se mantuvo la armonía y cordialidad.

No obstante, todo marchaba bastante bien cuando a mediados de junio a mi padre le dio el segundo ataque del corazón. Quedé destruido. Era el segundo ataque que le daba pues el primero fue en el 1997 y no estuve para ayudarlo a pesar que me había llamado al celular. Aquella vez me prometí que nunca volvería a fallarle y estaría a su lado cuando le ocurriera nuevamente. Lo que no imaginé fue que la invitación que le hice a ir a poner unos espeques en la finca de San Sebastián, sería la fecha que nadie desea que llegue.

Días previos Papi me indicó que tenía que resolver unos asuntos con mi tío Jorge Vera y un ingeniero que les estaba haciendo un trabajo en un terreno de la familia. Fue en ese momento que le dije que tenía que ir a poner los espeques en Salto y me dijo que si no tuviera el compromiso con Koky iba conmigo a ayudarme. De hecho, el viernes me dijo que podía ir conmigo y a qué hora salíamos para la finca. Así planificamos todo y el sábado en la mañana nos fuimos en dirección a Pepino.

El llevaba todo lo necesario. Papi siempre fue muy cuidadoso con sus herramientas y cuando se disponía hacer algo se preparaba muy bien. Me parece que los años como oficial de la policía le hicieron estar bien coordinado ante las eventualidades. Siempre he admirado eso de Papi. Su organización para todo. Me dijo que él llevaría la guagua suya por las cosas que tenía y le dijo a Nelson que se fuera con él. Salimos hacia Saltos.

Prácticamente llegamos y de inmediato papi nos ofreció las instrucciones de cómo íbamos a proceder. Recuerdo que nos indicó cómo hacer los boquetes para insertar los espeques y todo el proceso. De hecho, iba Nelson, Juan y Juhnnel y conmigo. Eramos cuatro para poner los 20 espeques. Papi solo puso el primero, como ejemplo del proceso. Entonces cada uno se fue a poner el suyo. Papi se pudo entonces a dar los toques finales del primer espeque cuando nos dijo que continuáramos y el descansaría.

Cuando los nenes y yo ya llevábamos rato poniendo espeques, Juhnnel me dice que abuelo estaba recostado en el suelo y con los ojos cerrados. Entonces le dije a Nelson que fuera a ver qué ocurría. Nelson regresa y me dice que abuelo estaba un poco mareado. Eso para mí era un poco normal en él. No obstante, al cabo de unos quince minutos le dije a Nelson que volviera a ver abuelo. Nelson regresa y me dice abuelo está en la guagua sigue mareado y prendió el aire acondicionado para poder respirar. En ese momento corrí a ver qué ocurría. Papi se veía muy mal. El prieto que yo conocía estaba blanco. Entonces le dije que deberíamos regresar a casa y le dije a Nelson llévate la guagua de papi. Conduce tú y en eso yo llego. Trata de avanzar. Nelson salió de inmediato. Mientras tanto yo comencé a recoger las cosas y le dije a los nenes vamos que abuelo no está bien.

Cuando llegué a mi casa, me fui a dar un baño de inmediato y me moví hasta casa de Papi. Allí Nelson me dice que abuelo se estaba quejando mucho y había llagado a vomitar. Se bañó y está recostado en el cuarto con el aire acondicionado. Mami no estaba en la casa cuando llegaron, pero cuando yo llegué ella se preocupó mucho. Me dijo Pacho no está bien y n quiere ir al médico mira a ver si tú lo convences. Así fue. Hablé con él y salimos hacia Aguadilla Medical de emergencia. El mismo lugar que fue llevado en el primer ataque.

Estando en el lugar papi seguía quejándose del dolor en el pecho. Fue entonces que lo llevaron dentro y de inmediato le hicieron el electrocardiograma. Sin pensar mucho el médico de turno preguntó quien era el médico de principal de papi. Al informar que Dr. Carlos Muñiz Molinero, lo llamaron de inmediato. Carlos y yo nos conocemos bien y él me llamó para decirme que estaría en menos de 15 minutos en el hospital. Así fue.

Tanto a Mami como a mí nos sacaron del lugar. Mami no se contuvo, no deseaba llorar pero sus ojos húmedos lo decían todo. Yo, tenía que echar el frente. Unos minutos más tarde lo que no queríamos escuchar, se dijo. Carlos me llamó aparte y me confirmó que papi había sufrido un ataque severo, mayor que el anterior y que había que movilizarlo de inmediato al hospital San Carlos para ver cómo reaccionaría con otros equipos pero que fuéramos pensando en transportación aérea a San Juan. Le pedí que no le dijera la gravedad a nadie y que yo sería el responsable de todo. Así lo hizo.

Fue entonces que Muñiz se encargó de conseguir la mejor unidad de ambulancia equipada para de ser necesario intervenir en la misma. Hablé con Mami y le dije que papi no estaba bien pero que lo levaríamos a San Carlos para su mejoría. Muñiz, al igual que en el primer ataque, fue con Papi directo al San Carlos. Mientras tanto mami y yo seguíamos la ambulancia y comenzamos a llamar a Mayra y Chiqui. Llegamos al San Carlos y de una forma muy rápida comenzaron a trabajar con Papi. Mami me dijo que era momento de llamar a Koki y Pupo (hermanos de Papi).
Primero llamé a Neyda quien de inmediato legó al San Carlos. Luego llamé a Cany quien se encontraba en Ponce de vacaciones. Luego llamé a Pupo. Pupo sabía que algo ocurría pues casi nunca le llamo y le expliqué. Luego llamé a Koki y de inmediato respondieron a salir a Moca. Yo continuaba aguantando toda la presión que no le podía decir a nadie. En ese momento lo inesperado, Papi cae en una estado de inconciencia y sacan a Mami y Neyda. Comienza todo un corre y corre en el hospital. Ahí no aguanté.

Mayra a mi lado sabía que yo ocultaba algo. Le dije. No así a mami y mi hermana. Sin embargo, fue estabilizado y Muñiz me dijo que ya el peligro había pasado, que actué como debía de inmediato, sin pensar mucho las cosas. Ya en ese momento me quedaba la satisfacción que la promesa que había hecho hacía diez años atrás la había cumplido. No obstante, la culpa de que nadie sabría lo que papi tenía. No se supo hasta unos cuatro días posteriores que el cardiólogo Marini le dijo a papi todo. Papi deseaba cuestionarle a Muñiz por qué no se había dicho la verdad. Muñiz me miró y entonces yo dije el porque: “porque todo lo que te ocurriera sería mi culpa. No queríamos más de las preocupaciones que había en la familia”.

Ese segundo martes del mes de junio del 2006 se celebraba la graduación de CORA. Por primera vez en tres años no fui. Muchas fueron las preguntas y los comentarios que hacía la gente. Yo le había informado a Don Pablo lo ocurrido y él me dijo que me tomara todo el tiempo que necesitara. No me importó la universidad, solo mi padre. Sin embargo, esos día la decisión estaba tomada renunciaría al decanato. Muchos se cuestionaban sin mi renuncia obedecía al cambio organizacional. Muy pocos sabía la verdadera razón.

Así después de varios meses en octubre del 2006 me reuní con la Profesora Diana Ruiz y le informé mi decisión de renunciar y le indiqué las razones. Ella me indicó que aceptaba mi renuncia y que cómo procederíamos. Le solicité que permaneciera con ella mi renuncia en lo que realizaba varios trámites. Le dije que sería para el 17 de noviembre.

Meses de mucha angustia la segunda mitad del año 2006. Sin embargo con la esperanza de comenzar el 2007 de otra manera. Regresaría a mi salón de clases (lo cual me fascina) después de un excelente servicio de tres años y medio al frente del Decanato de Asuntos Administrativos. No me siento cómodo: no tengo oficina, no tengo herramientas de trabajo, atiendo mis estudiantes por internet. En fin, no puedo realizar mi labor como deseara.

Sin embargo, febrero del 2007 me ha abierto muchos caminos. Re inicié mi carrera doctoral con nueve créditos. Muchos han considerado que estoy un poco “loco” pues ofrezco 15 créditos en CORA, 4 créditos en la Inter (a nivel sub graduado) y nueve créditos doctorales. Tal vez es una forma de mantenerme ocupado y tratar de echar a un lado mis penas y problemas. Juan Vera está próximo a iniciar en lo que desea estudiar: su bachillerato en inglés. Nelson está a punto de graduarse con honores y con unas excelentes calificaciones en los exámenes para entrara a escuela graduada. Juhnnel sigue avanzando en la madurez deseada. Papi una recuperación que me satisface haber contribuido a ella sin que cayera en una etapa de angustia. Y yo, con la invitación a unirme a un equipo internacional de sociólogos a realizar un estudio en la India. ¿Qué más se puede pedir? Bueno, tal vez, rejuvenecer un poco, creo que me lo merezco.

En los próximos días estaré presentando cómo ha ido cambiando mis suerte en muchas facetas de mi vida.